sábado, 8 de diciembre de 2018

JUAN ÁNGEL NAVARRO - 1º Domingo de Adviento

Mi querido Adviento, cómo te echaba de menos

Como cada otoño, después de meses de tiempo ordinario, el Señor nos invita a adentrarnos en un tiempo nuevo de salvación. El primer adviento lo vivió la Virgen María cuando recibió el anuncio del ángel Gabriel. Nueve meses en los que María llevó en su vientre la Esperanza del mundo, el Salvador del mundo, Jesús. Es un misterio de Amor tan grande que todo creyente debiera vivir en este tiempo de preparación a la Navidad un retiro, unos ejercicios espirituales, unos cursillos, una experiencia de oasis de fe fuerte, que nos haga examinar nuestra vida ante Dios. Y clamemos, recemos e invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a preparar nuestro corazón y a convertirnos. ¿Cuáles son las actitudes fundamentales del Adviento?
• Revisar nuestra vida para que seamos pobres, necesitados de Dios y de su salvación, reconozcamos nuestro pecado y pidamos el auxilio del Señor que hizo el cielo y la tierra. Y entremos en una dinámica de conversión sincera y profunda. Que nos reconciliemos con Dios.
• La actitud de María en estos nueve meses: La esperanza. Nuestra esperanza es el Señor, que está presente en tu vida y solo Él es el Único y Auténtico Salvador. Abandona deseos mundanos y no pongas la esperanza de tu vida en ser amado o en conseguir metas de ambición personal o material. No pongas tus sueños y tus proyectos en el triunfo, en el éxito, en el placer, en la soberbia...;  en vanidades humanas. Recuerda que la esperanza es en el Señor, que no te abandonará ni te dejará, ni ahora ni antes ni nunca y, para ser cierta, ha de anclarse en una fe inquebrantable en el Señor. Por nuestras venas corre la sangre de Abraham, gracias al Bautismo. “El creyó y esperó, contra toda esperanza humana” (Rom 4,18).
Recuerda que la esperanza es un don de Dios que nos ayuda a sobreponernos ante los fracasos más fuertes, ante las situaciones más adversas, ante el sufrimiento más demoledor. Y se basa en que Dios no nos deja solos ni tampoco deja de amarnos de una forma especial, misericordiosamente e infinitamente. Somos sus hijos queridos. Y  recuerda que la esperanza, para ser cierta, nos lleva a la caridad. Consuela a los demás el que tiene fe y esperanza; en vida es buen samaritano. Y recuerda que la caridad también nos mueve interiormente a perdonar y disculpar, así como a pedir perdón. La Virgen sueña caminos... La esperanza nos abre a caminos nuevos, sendas nuevas de misión y de discipulado, renueva nuestro ser. Prepárate para recibir al Salvador que se ha hecho hombre, se ha hecho uno de nosotros pero..., el mundo no le recibió. Pídele nacer en tu corazón y no olvides que su carta de presentación es la humildad. Clama: ¡Ven Señor Jesús!