sábado, 29 de diciembre de 2018

Navidad por Mons. Ángel Fernández. Obispo de Albacete

Acojamos y recibamos con gozo a Jesús
¡Feliz Navidad a todos, queridos hermanos! El gozo y la alegría invaden nuestro corazón al celebrar este gran acontecimiento para el cual nos hemos estado preparando durante el tiempo de Adviento. ¡Es Navidad! ¡Dios ha nacido entre nosotros!

 
Para un cristiano, pronunciar la palabra NAVIDAD, y pensar en ella, es centrar el corazón y el pensamiento en el acontecimiento más transcendente en su vida y en la historia de la Humanidad: el Nacimiento entre nosotros del Hijo de Dios, de Jesús, en Belén de Judá. Así lo anunciaban los ángeles del Señor a los moradores de aquel lugar, especialmente a los pastores: “Os traigo una buena noticia, os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”. “Allí encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,1-14)

Hablar de Navidad es hablar de Dios entre nosotros. De un Dios cercano a los hombres, recién nacido, necesitado de cuidados y cariño; es hablar del asombro y la alegría de quienes estaban allí aquella noche y de los que se acercaron a conocerlo, adorarlo y a ofrecerle sus regalos: la Virgen María y San José, los ángeles, los pastores y los sabios de Oriente guiados por una estrella. Es hablar de la grandeza de Dios y de su nacimiento en pobreza y silencio; es hablar de admiración, esperanza y amor. Es hablar de un Dios todopoderoso, que expresa su amor a los hombres a través de su Hijo Jesucristo, un niño recién nacido del seno virginal de María, que llega para mostrar el amor de su Padre-Dios a los hombres, muere en la Cruz para alcanzarnos a todos la salvación eterna y resucita glorioso para redimirnos del pecado y de la muerte.

El Prólogo del Evangelio de San Juan resalta el mismo pensamiento, aunque con palabras más teológicas. Jesucristo, el Hijo de Dios es la Palabra, es la voz de Dios-Padre, la impronta de su ser. Y San Juan, en frases sucesivas, aclara su esencia: “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”; “Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros”. La Palabra, que es la Luz verdadera y cuya esencia es divina, es decir, espiritual, se encarnó. El intangible, invisible, impasible, atemporal se hizo, tangible, visible, sometido a padecimientos y temporal. Es decir: Dios se hizo hombre, Dios entró en nuestra historia.

Con la llegada de la Navidad, para muchos, simplemente, vienen las vacaciones. Las calles y plazas se llenan de luces de colores, de multitud de bombillas, de adornos indefinidos y extraños... La música se oye en las calles, se compran muchas bebidas y alimentos tradicionales, se preparan numerosos regalos, se adquiere lotería... Se reúnen los amigos, las familias, se junta la gente y lo festeja con grandes cenas y comidas, la gente se abraza y se desea la paz.

¿Es esto la Navidad cristiana? Desde luego que no, o no con todos estos elementos. Ciertamente, no hay Navidad sin nacimiento de Jesús en Belén. No hay Navidad sin el Niño-Dios, sin cercanía y presencia amorosa de Dios. No hay Navidad sin fe y amor, sin Dios hecho hombre.

Algunos quieren desdibujar la Navidad, vaciarla de contenido religioso y cristiano, alejar a Dios de la vida de la gente. Por ello, nosotros, como verdaderos cristianos, mantengamos la fe recibida, santifiquemos la Navidad. Acojamos y recibamos con gozo el Nacimiento entre nosotros de Jesús, el Hijo de Dios. Hagamos fiesta, gran fiesta, porque Dios está entre nosotros como un niño pequeño, Dios se ha hecho hombre para hacer al hombre hijo de Dios. Agradecidos, contemplemos y adoremos a nuestro Salvador, al Niño Dios, a Jesucristo Redentor. Y cristianicemos nuestras casas e instituciones con signos y objetos navideños. Hermanos, vivamos y celebremos cristianamente la Navidad.

¡Feliz Navidad a todos los hombres y mujeres de buena voluntad!

4º Domingo de Adviento: Os anuncio una gran alegría...!!

¡Estamos a punto de celebrar un año más la Navidad! La Navidad es un tiempo bonito. A mí me parece bonito. Cuando se acerca la Navidad, parece como que tienes deseos de ser mejor persona o, si a ti no te sale, te ves abocado a serlo por el ambiente navideño. Casi como que te obliga a intentar ser buena gente. En Navidad las cosas tienen que ir bien. La sociedad tiene que estar de fiesta. La familia se alegra de poder juntarse y no hay excusa para que ninguno falte. Tiene que haber un clima de paz y alegría que dé tregua al ajetreo diario. No los he leído todos ni las he visto todas, pero imagino que no habrá un libro o una película serios, ambientados en la Navidad, que no tengan un final feliz. Sería una decepción.


Al mismo tiempo, para algunas personas, son días de nostalgia o de tristeza, más intensas que durante el resto del año, ya que la vida los está tratando mal: porque han perdido a algún ser querido, porque se ha hecho presente la enfermedad, por reveses económicos difíciles de afrontar, porque experimentan la soledad, porque se hace difícil la reconciliación... Por tantas cosas que obstaculizan el deseo de felicidad que todos llevamos dentro y que se viven más agudamente en estas fechas.

¿Qué pasa en Navidad, para que esto sea así? Que durante siglos los cristianos hemos celebrado el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad: Dios Hijo se ha hecho hombre y ha nacido como Niño en Belén para redimirnos en la Cruz y mostrarnos el camino que nos lleva a la plenitud de nuestras existencias. Éste es el motivo necesario y suficiente para entender la intensidad con la que se viven estos días. Tanto lo hemos c e l e b r a d o que, hasta los que no perciben la presencia de Dios en sus corazones, se han contagiado de nosotros y también lo celebran, aunque con una visión distinta, más limitada.

“Os anuncio una gran alegría […]: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor” (Lc 2, 10-11). La Navidad es bonita porque se nos anuncia una gran alegría, la mayor alegría que nos podían dar: Dios nos sigue amando con toda su grandeza divina. Quiere formar parte de nuestras vidas y, por eso, se ha hecho uno de nosotros. Quiere darnos todo lo que necesitamos para que nuestra vida esté llena y podamos ayudar a los demás a llenar la suya. No quiere que abandonemos la esperanza de que todo puede ir mejor cuando colaboramos con Él y le permitimos que nos demuestre su amor. ¡Feliz Navidad a todos!

3º Domingo de Adviento por José Alberto Garijo

HISTORIAS PARA TEÓFILOS DEL KILÒMETRO 30

 
Dicen los corredores de maratón que lo más duro llega en torno al kilómetro 30 de la carrera, cuando se topan con un “gran muro” de cansancio físico y mental que parece insuperable. El glucógeno —la gasolina de los músculos— empieza a escasear, las piernas se vuelven pesadas. Muchos corredores no pueden superar este “muro” y toman la dolorosa decisión de abandonar. El maratón del seguimiento de Jesús se topa también con ese “muro del kilómetro 30” que llega con el tiempo: el cansancio de una vida evangélica mediocre y sin ilusión; la tentación de vivir con los criterios del mundo y no con los del evangelio; el dolor por una Iglesia que no termina de ser una comunidad de hermanos, sino de intereses y envidias; un mundo que se resiste al anuncio de Jesús y se aleja cada vez más de él; la tristeza de ver cómo muchos discípulos abandonan la vida de la comunidad sin mucho trauma.

Lucas parece haber escrito pensando en cristianos derrotados del kilómetro 30. Incluso le pone un nombre: Teófilo. A él le dedica el solemne prólogo con el que empieza su relato: “Ya que muchos han intentado narrar ordenadamente los hechos que se han verificado entre nosotros, tal y como nos los han transmitido los que primero fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, yo también, después de comprobarlo todo cuidadosamente desde sus orígenes, he decidido, ilustre Teófilo, contártelo todo por su orden para que comprendas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lc 1,1-4).

Algunos antropólogos han propuesto que la especie humana actual no debería llamarse “Homo sapiens” —el “hombre sabio”—, sino “Homo narrans”, el “hombre que cuenta historias”. El ser humano cuenta historias y se deja cautivar por historias a lo largo de toda su vida, desde el niño pequeño que cuenta en casa lo que ha hecho en la “guarde” hasta el abuelo que cuenta historias de la mili.

El evangelio de Lucas está lleno de grandes narradores. El ángel le cuenta a María cómo será el nacimiento de su Hijo (Lc 1,35-37). La gente de la montaña de Judea cuenta lo que se decía sobre Juan (Lc 1,65). Los pastores cuentan lo que se decía del Niño, y María guarda ese relato en su corazón (Lc 2,17-19). En la sobremesa de una comida o de camino hacia Jerusalén, Jesús cuenta las tres grandes parábolas narrativas de la misericordia: el hijo pródigo (Lc 15,11-32), el buen samaritano (Lc 10,25-37) y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31). Por el camino a Emaús, dos discípulos —Cleofás y otro— le cuentan a Jesús disfrazado lo que había pasado en Jerusalén (Lc 24,19-24). Jesús en persona, después de resucitar, cuenta a los discípulos lo que se refiere a él en la Escritura (Lc 24,27.44-47).

No basta con tener una buena historia: hace falta saber contarla bien. El mejor de los chistes se destroza si no se cuenta con gracia. Los cristianos de hoy tenemos la mejor de las historias, ¡pero nos falta gracia para contarla! Para evangelizar, no basta con tener doctrina sana y contenidos sólidos, sino saber narrar bien “los hechos que se han verificado entre nosotros” y “lo que se refiere a Jesús de Nazaret” a los Teófilos y a los Cleofás de hoy, cansados discípulos del kilómetro 30.

2º Domingo de Adviento: Semana de la familia

Seguimos estando en un periodo de misión en nuestra Diócesis, en este curso se nos proponen tres momentos intensivos, en tres realidades de evangelización concretas, que son: la familia, la caridad y los jóvenes. A cada una de estas realidades se les quiere dedicar una semana especial, llena de actividades y momentos de encuentro, que los distintos arciprestazgos organizarán con la colaboración y ayuda de los secretariados.

En Adviento toca organizar y celebrar “la semana de la familia”. Puede dar la impresión de que es nombrar esta realidad y se nos cambia el gesto de la cara. Será porque últimamente estamos asistiendo al deterioro de la unidad familiar y contemplamos con tristeza como la familia ya ha dejado de ser un ámbito para la transmisión y la vivencia de la fe.

Pero porque estamos en Adviento y es tiempo de esperanza, no podemos caer en el pesimismo y la tristeza. Necesitamos mirar a nuestra iglesia con una nueva mirada, necesitamos contemplar a la familia con optimismo, como un reto evangelizador, como un ámbito recuperable para que la fe germine dentro de ella. ¿Cómo tiene que ser esta mirada hacia el terreno familiar?

• Una mirada acogedora: necesitamos abrir bien los brazos para acoger, y los oídos para escuchar y comprender las alegrías y los problemas de las familias.

• Una mirada sanadora: una palabra, un gesto de cariño, un rato de compañía puede sanar tantas heridas abiertas.

• Una mirada llena de esperanza: no todo está perdido, la familia sigue siendo terreno fértil y privilegiado para sembrar la fe y para descubrir, discernir y madurar la vocación a la que Dios llama a cada miembro.

• Una mirada pastoral integradora: normalmente nuestro trabajo pastoral con las familias suele estar fragmentado y dividido sectorialmente: trabajamos con niños, jóvenes, adultos, matrimonios, enfermos… pero cada uno por su parte, sin ningún tipo de coordinación ni de unidad. Sería muy positivo que grupos parroquiales y secretariados trabajaran más coordinados y unidos, y este es uno de los grandes objetivos de la semana de la familia.

• Una mirada celebrativa: celebrar y vivir la alegría de la fe en todos los ámbitos familiares de manera conjunta. Recuperar tradiciones y pequeños gestos que nos hagan sentir con sencillez que compartimos una misma fe. Recordar con agradecimiento que el mismo Dios quiso nacer y crecer en el seno de una familia, ofrezcámosle pertenecer y ser parte también de la nuestra.

sábado, 8 de diciembre de 2018

JUAN ÁNGEL NAVARRO - 1º Domingo de Adviento

Mi querido Adviento, cómo te echaba de menos

Como cada otoño, después de meses de tiempo ordinario, el Señor nos invita a adentrarnos en un tiempo nuevo de salvación. El primer adviento lo vivió la Virgen María cuando recibió el anuncio del ángel Gabriel. Nueve meses en los que María llevó en su vientre la Esperanza del mundo, el Salvador del mundo, Jesús. Es un misterio de Amor tan grande que todo creyente debiera vivir en este tiempo de preparación a la Navidad un retiro, unos ejercicios espirituales, unos cursillos, una experiencia de oasis de fe fuerte, que nos haga examinar nuestra vida ante Dios. Y clamemos, recemos e invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a preparar nuestro corazón y a convertirnos. ¿Cuáles son las actitudes fundamentales del Adviento?
• Revisar nuestra vida para que seamos pobres, necesitados de Dios y de su salvación, reconozcamos nuestro pecado y pidamos el auxilio del Señor que hizo el cielo y la tierra. Y entremos en una dinámica de conversión sincera y profunda. Que nos reconciliemos con Dios.
• La actitud de María en estos nueve meses: La esperanza. Nuestra esperanza es el Señor, que está presente en tu vida y solo Él es el Único y Auténtico Salvador. Abandona deseos mundanos y no pongas la esperanza de tu vida en ser amado o en conseguir metas de ambición personal o material. No pongas tus sueños y tus proyectos en el triunfo, en el éxito, en el placer, en la soberbia...;  en vanidades humanas. Recuerda que la esperanza es en el Señor, que no te abandonará ni te dejará, ni ahora ni antes ni nunca y, para ser cierta, ha de anclarse en una fe inquebrantable en el Señor. Por nuestras venas corre la sangre de Abraham, gracias al Bautismo. “El creyó y esperó, contra toda esperanza humana” (Rom 4,18).
Recuerda que la esperanza es un don de Dios que nos ayuda a sobreponernos ante los fracasos más fuertes, ante las situaciones más adversas, ante el sufrimiento más demoledor. Y se basa en que Dios no nos deja solos ni tampoco deja de amarnos de una forma especial, misericordiosamente e infinitamente. Somos sus hijos queridos. Y  recuerda que la esperanza, para ser cierta, nos lleva a la caridad. Consuela a los demás el que tiene fe y esperanza; en vida es buen samaritano. Y recuerda que la caridad también nos mueve interiormente a perdonar y disculpar, así como a pedir perdón. La Virgen sueña caminos... La esperanza nos abre a caminos nuevos, sendas nuevas de misión y de discipulado, renueva nuestro ser. Prepárate para recibir al Salvador que se ha hecho hombre, se ha hecho uno de nosotros pero..., el mundo no le recibió. Pídele nacer en tu corazón y no olvides que su carta de presentación es la humildad. Clama: ¡Ven Señor Jesús!

Adviento, actualiza tu vida a Dios

Hay actualizaciones que no puedes dejar pasar...
Nuestros móviles lo tienen claro: o te actualizas, o te quedas atrás en todo... Las aplicaciones, los programas, necesitan actualizaciones para poder funcionar correctamente. Pero hay actualizaciones que reconfiguran la manera de entender y de manejar el móvil: esas son las que no podemos dejar nunca pasar, ya que permiten sacar lo mejor del teléfono que tenemos en nuestras manos, exprimen al máximo sus capacidades, lo ponen a punto para lo que está por venir.
El Adviento: oportunidad para actualizar nuestra vida
Para nosotros, cristianos, lo que está por venir tras el Adviento reconfigura totalmente quiénes somos y cómo actuamos. Jesús, Dios hecho carne, es la actualización definitiva del mensaje de Dios. Su novedad trata de sacar lo mejor de nosotros para ofrecerlo al mundo. A nuestro mundo, tan necesitado de la presencia de Dios como de la nuestra. El Adviento de este año propone "descargar" cada semana la Palabra de Dios en nuestra vida, hacerla "carne" en nuestro vivir para ir preparando lo que somos a la novedad de Jesús.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Hablando con... D. Ángel Fernández Collado, 6º Obispo de Albacete


D. Ángel Fernández Collado es el sexto Obispo de Albacete. Toledano y con gran amor a la Iglesia, ha tomado posesión de la Diócesis de Albacete como Obispo y pastor. Viene acompañado de su madre que vivirá con él. Hoja Dominical ha querido conocerle algo más y recoger sus primeras palabras como Obispo de Albacete.

HOJA DOMINICAL. El papa Francisco le ha nombrado nuevo Obispo de Albacete. ¿Qué sensaciones tiene?
D. ÁNGEL FERNÁNDEZ. Junto a la gran responsabilidad que sobreviene sobre mi persona, consciente de mis muchas limitaciones humanas, experimento una gran alegría interior que inunda mi corazón al darme cuenta, una vez más, del amor especial con que Dios y la Virgen María enriquecen mi vida para más y mejor servicio a la Iglesia. Me siento hijo de Dios, un hijo “mimado” y llamado a entregarme a su voluntad y a ser un cauce limpio y sencillo por el que su amor misericordioso llegue a las vidas de muchas personas. Por ello, he aceptado, con prontitud, con gozo en el corazón y cierto temor humano, la vocación o llamada divina, mediante la designación del papa Francisco, para cuidar pastoralmente la querida Diócesis de Albacete.
H.D. ¿Cuáles son los retos de esta nueva etapa?
A.F. Los retos de esta nueva etapa de mi vida sacerdotal son incorporarme al proyecto evangelizador de la Misión Diocesana y potenciar aspectos esenciales y necesarios en nuestra diócesis: pastoral de familia y vida, sacerdotes, diáconos, y seminaristas, vida consagrada y religiosa, niños y jóvenes, ancianos y enfermos, caridad y promoción humana..., anunciar a Jesucristo y su Evangelio a toda persona, en cualquier circunstancia o ámbitos de la vida humana.
H.D. Le hemos oído repetir varias veces que "viene a Albacete a querer a la gente"
A.F. Quiero hacer realidad esta actitud, para mi esencial y querida e imitada del mismo Dios, de amar a los demás, al prójimo, a la gente de la Diócesis y a todo el que pueda alcanzar mi palabra, mis escritos o mi vida.
H.D. Algunas preocupaciones suyas son la juventud, el Seminario, los curas...
A.F. Para un Obispo, pastor de un rebaño, todas las personas, parroquias, movimientos, sectores pastorales, instituciones, cofradías y hermandades..., son objeto de su preocupación y tarea episcopal. Cada una en su momento y con su importancia pero, algunas, ciertamente, son prioritarias como las que señala la pregunta.
H.D. Junto a usted vemos a su madre.
A.F. Tengo muy presente la obligación que nos señala el cuarto mandamiento: amor y respeto a los padres. A mi padre lo perdimos muy pronto, siendo yo muy joven; a mi madre, Dios la mantiene físicamente a mi lado, como un entrañable y maravilloso regalo. Por supuesto que viene conmigo a Albacete, lo mismo que mi amigo y excelente sacerdote, José Miguel, como secretario particular. Que el Señor los conserve a mi lado durante mucho tiempo, si es su voluntad.
H.D. Días antes de su nombramiento, estuvo con el Papa al finalizar un encuentro de Obispos que cumplían cinco años de Ministerio Episcopal y de unos Ejercicios Espirituales. ¿Algún consejo del Santo Padre?
A.F. Fueron muchos los consejos del papa Francisco recibidos al escuchar sus palabras y percibir su entrega, amor y servicio a la Iglesia: la oración, larga en horas, contemplativa y profunda, juntamente con la predicación, son tareas prioritarias y esenciales del Obispo, después vendrán otras muchas: la cercanía y el cuidado de los sacerdotes “vuestros prójimos más próximos”; el amor profundo a la Madre Iglesia aunque en ella encontremos pecado, sufrimiento, cruz; el anuncio explícito de Jesucristo vivo, resucitado y redentor, así como su Evangelio; el cuidado “samaritano” a los más necesitados, corporal y espiritualmente; la llamada a todos a la santidad...; y muchas sensaciones de sintonía afectiva en la tarea a realizarla, y cómo realizarla ayudados por el Espíritu Santo.

Cuestiones más breves
• Un libro: "Dios o nada" (Card. Robert Sarah).
• Una película: "La Misión"; "Campeones" (J. Fesser).
• Una canción: "No adoréis a nadie más que a Él"; "Nada te turbe".
• Una comida: Sopa, filete, huevo frito y fruta.
• Un postre: Mazapán "delicias"; miguelitos; helado.
• Una ciudad: Toledo.
• Una obra de arte: "El Expolio" (El Greco).
• Período de la historia que le apasiona: Iglesia apostólica, moderna y contemporánea.
• Una preocupación: Sacerdotes, vida consagrada y religiosa, familias, jóvenes, pobres.
• Un sueño: Un Seminario Menor y Mayor en la Diócesis.
• Playa o montaña: Las dos, moderadamente.
• Aficiones: Bricolaje.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Carta de despedido de Mons. Ciriaco, Obispo de Albacete


Mis queridos hermanos de la Diócesis de Albacete.

Semana tras semana, os he escrito comentando el evangelio del domingo en estas páginas de la “Hoja Dominical”. Hoy, después de casi doce años entre vosotros, cuando se acerca la hora de deciros “Adiós”, me resulta más difícil que nunca escribiros.

Quiero expresaros mi profundo agradecimiento a todos: A los hermanos sacerdotes, que, como colaboradores más inmediatos, habéis hecho más llevadero mi ministerio episcopal; a los consagrados y consagradas, de quienes he recibido admirables lecciones de gratuidad, de entrega y de fidelidad; a los numerosos cristianos y cristianas laicos, que no habéis escatimado generosidad a la hora de arrimar el hombro en la liturgia, en la catequesis, en la acción caritativa y social o en el campo de la enseñanza, haciendo presente a la Iglesia en el medio del mundo, en la vida ordinaria. Los logros pastorales que haya habido son fruto del esfuerzo y generosidad de todos. Agradezco, de manera especial, las numerosas muestras de cariño y los delicados detalles recibidos en estos últimos días, desde que se hizo pública la aceptación de mi renuncia por parte del Santo Padre.
¡Gracias!
Soy consciente, también, de que los logros se han quedado más cortos que las aspiraciones, que en mi cuenta el “debe” es mucho más abultado que el “haber”. Os pido perdón a todos, especialmente a quienes no haya prestado la atención debida o haya defraudado por acciones u omisiones. Espero que me juzguéis con más misericordia que justicia. Así lo espero también del Señor, que nos supera infinitamente en bondad.
He querido y seguiré queriendo con toda mi alma a esta Iglesia y a sus fieles, como me he sentido querido por tantos de vosotros. Doy gracias a Dios por haberos conocido; por haber trabajado junto a vosotros en esta Iglesia de Albacete; por todo lo recibido, que es, sin duda, mucho más de lo que he dado; por haberme sentido entre vosotros “en familia”. Dios sabe que no he ambicionado bienes materiales, que no he bus cado honras ni honores. En cambio, me llevo una riqueza que no cambiaría por todo el oro del mundo: el corazón lleno de nombres, de vuestros nombres. Y llevaré como mi título más honroso el de Obispo Emérito de Albacete. Como llevaré siempre conmigo, grabada en la retina del alma, la imagen de Nuestra Señora de los Llanos, de quien he recibido tantos favores.
En estos días, pensando en mi futuro inmediato, he recordado muchas veces los versos de san Juan de la Cruz: “ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio”. Quiera Dios que sea verdad lo del amar. Pero, mientras tenga salud y fuerzas, seguiré trabajando al servicio del Evangelio en todo lo que me sea posible. Después de recibir tanto del Señor y de la Iglesia, cómo no emplear todo lo que uno es y tiene en su servicio.
Permitidme que mis últimas palabras las tome, salvadas las distancias, de San Pablo: “Doy gracias a mi Dios cada vez que os menciono; siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría, por la parte que habéis tenido en la obra del Evangelio desde mi primer día entre vosotros hasta hoy. Esta es mi confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, la llevará a término... Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo dentro... Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os quiero, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad, para apreciar los valores” (Flp. 1).
Espero que nos sigamos viendo alguna vez. Rezad por mí. Y rezad por D. Ángel, vuestro nuevo Obispo, que es, y lo será en Albacete, un excelente Pastor. Acogedle con la misma generosidad con que me acogisteis a mí.

¡Gracias!

sábado, 18 de agosto de 2018

Hola a tod@s!! Hoy interrumpimos nuestro descanso vacacional para informaros de que tenemos un nuevo sacerdote en la diócesis de Albacete. Nuestro querido diácono Antonio, que ha estado realizando su servicio en nuestra sierra de Alcaraz ya es cura. Enhorabuena Antonio!! Te deseamos que el Señor te guíe en tu nueva vida al servicio de la Iglesia y del pueblo cristiano, y tu santidad sea un ejemplo para todos nosotros.


viernes, 29 de junio de 2018

Ya tenemos el video oficial de la Semana Solidaria que celebramos en nuestro instituto IES Pedro Simón Abril - Alcaraz junto con los alumnos de Riópar. Muchas gracias a todos por vuestra colaboración y feliz verano. Nos vemos en septiembre.

martes, 26 de junio de 2018

Resultados Semana Solidaria 2018

En espera del video que esta preparando nuestro alumno Alejandro, os informo del total de los donativos y de la distribución de los mismos entre las distintas ONGs elegidas este año.
Os deseo a todos un feliz verano y nos vemos el próximo curso. Hasta pronto.

GRACIAS A TODOS POR VUESTRA COLABORACIÓN
 


miércoles, 6 de junio de 2018

Cartel Proyecto Manos Unidas - Semana Solidaria 2018


Magnífico cartel para visualizar el proyecto de Manos Unidas que apoyamos este año desde la Semana Solidaria del instituto.Enhorabuena alumnos de 2ºESO, 1ºPMAR, 4ºESO y profesores.

domingo, 13 de mayo de 2018

Fiesta de la Ascensión

La fiesta de la Ascensión proclama y celebra el triunfo pleno de Jesús. Pero la Ascensión no es un desplazamiento espacial, aunque, como humanos, tengamos que expresarlo así. No celebramos esta fiesta como la despedida de un familiar al que acompañamos a la estación y esperamos hasta que arranca el tren.

La fiesta celebra, como se decía más arriba, el triunfo de JESÚS. El que se abajó hasta la muerte es exaltado a la gloria del Padre. Deja de estar limitado por las coordenadas del tiempo y del espacio, propias de quienes nos movemos en la historia, para entrar en la dimensión de Dios que las transciende. Eso queremos decir cuando confesamos en el Credo que "está sentado a la derecha del Padre".

La Ascensión no inaugura una ausencia, sino una forma nueva de presencia. En la Ascensión Jesús nos pasa el testigo de la misión. Se despide enviando: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Era como decirnos que nosotros somos ahora su cuerpo, sus manos, sus pies, sus labios, su corazón. Él nos acompaña con la presencia de su Espíritu. Por eso, aunque no debemos de dejar de mirar al cielo, donde está nuestro destino de gloria, no podemos quedarnos mirando al cielo. Tenemos tarea, la hermosa tarea de prolongar su misión. "Ellos —dice el evangelista— fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la palabra con los signos que los acompañaban".

¿No era una pretensión desmesurada que once hombres débiles, sin recursos, llevaran el Evangelio a todos los pueblos? La tarea sólo podrá ser llevada adelante si nuestra debilidad es visitada por la fuerza que Dios ha puesto en obra al resucitar a Jesús de entre los muertos. Con esa fuerza, capaz de desafiar el poder de los emperadores de Roma y las persecuciones, se extendió y se seguirá extendiendo el Evangelio.

Precisamente por eso del envío y de la misión, la Iglesia celebra coincidiendo con esta fiesta la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Con este motivo el papa Francisco ha encabezado su mensaje de esta 52° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el lema "La verdad os hará libres" (Jn 8,32). A este fin, ha añadido un subtítulo: "Fake news (noticias falsas) y periodismo de paz".La comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión entre las personas, pero nuestro egoísmo orgulloso puede distorsionarla, convertirla en causa de división. Por eso, el papa Francisco exhorta a los comunicadores a retornar a la esencia de su profesión, a su "misión" de "ser custodios de las noticias", a "buscar soluciones alternativas a la escalada de mentiras y de violencia verbal presente en algunos medios".

El papa Francisco reflexiona sobre el fenómeno de las noticias falsas, las "fake news". Profundizando sobre este fenómeno de las noticias falsas, asegura que está basado en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas.

Estas falsas noticias se difunden a través de las redes sociales y, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen. Su estrategia es la del "padre de la mentira" (Jn 8,44). El Papa recoge a este propósito una cita interesante de F. Dostoyesvski: "Quien se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega al punto de no poder distinguir la verdad, ni dentro di sí mismo ni en torno a sí, y de este modo comienza a perder el respeto a sí mismo y a los demás...". (Los hermanos Karamazov, II, 2).

El Papa nos advierte también del riesgo de convertirnos "en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas". Ante este complejo panorama, el Santo Padre propone dejarse purificar por la verdad; una verdad que, entendida desde la visión cristiana, "tiene que ver con la vida entera: es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer".

Para concluir, el Papa asevera que el mejor antídoto contra las falsedades son "las personas que, estando dispuestas a escuchar, permiten que la verdad emerja; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje". No quiero terminar estas letras sin felicitar cordialmente a tantos buenos periodistas, que, con su información, prestan un admirable servicio a la verdad y a la paz. 

domingo, 1 de abril de 2018

Domingo de Resurrección 2018

Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Mientras lloraba se asomo al sepulcro, y vio dos ángeles de blanco, sentados, un a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto." Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!." Ella se vuelve y le dice: "Rabboini" - que significa: "Maestro". Jesús le dice: "No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro." María la Magdalena fue y anunció a los discípulos "He visto al Señor y me ha dicho esto".
Jn 20, 11-18 
Allí donde tú estás, Cristo habla de Pascua
¡Alabada seas tú, cruz de Cristo!
Allí donde te encuentren,
Cristo da testimonio de su misterio pascual:
del paso de la muerte a la vida.
Él da testimonio del amor,
de la fuerza interior de una vida nacida del amor,
que ha vencido a la muerte.

Alabada seas tú, cruz de Cristo,
allí donde estés levantada,
en los campos de batalla,
en los campos de prisioneros,
al borde de los caminos.

Allí donde los hombres sufren,
allí donde trabajan,
estudian y dan prueba de creatividad.

En todo lugar,
en el corazón de cada hombre y de cada mujer,
de cada chico y de cada chica,
en el corazón de todos los hombres,
alabada seas tú, cruz de Cristo.

Amén



Sábado santo 2018

Señor Jesucristo, has hecho brillar tu luz en las tinieblas de la muerte, la fuerza protectora de tu amor habita en el abismo de la más profunda soledad; en medio de tu ocultamiento podemos cantar el aleluya de los redimidos.
Concédenos la humilde sencillez de la fe que no se desconcierta cuando tú nos llamas a la hora de las tinieblas y del abandono, cuando todo parece inconsistente. En esta época en que tus cosas parecen estar librando una batalla mortal, concédenos luz suficiente para no perderte; luz suficiente para poder iluminar a los otros que también lo necesitan.
Haz que el misterio de tu alegría pascual resplandezca en nuestros días como el alba, haz que seamos realmente hombres pascuales en medio del sábado santo de la historia.
Haz que a través de los días luminosos y oscuros de nuestro tiempo nos pongamos alegremente en camino hacia tu gloria futura. Amén 
Meditaciones para la noche del sábado santo. Benedicto XVI

No me mueve, mi Dios, para quererte

 No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque o que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


El Señor todopoderoso nos concede
una noche tranquila y una muerte santa. Amén.


viernes, 30 de marzo de 2018

Viernes Santo 2018

Era ya la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". Y, dicho esto, expiró.
Lc 23, 44-46
¡Oh santa Cruz de la esperanza!
¡Oh Cruz santa!,
mi Señor está en tu madero
en los dolores de su pasión.
Veo sus manos, sus pies,
su costado, traspasados
por los clavos y la espada.

Quien podrá alabarte lo suficiente,
a ti que has traído la salvación al mundo
y el consuelo para todos nosotros.

Tú eres el puente echado sobre la ola,
para que todos salten
las aguas profundas del río.

Tú eres la victoria brillante
tú has triunfado para siempre,
sobre el enemigo.

Tú eres el bastón del peregrino,
que se apoya en ti con confianza,
y nunca tropieza ni cae.

Tú eres la llave del paraíso,
que nos abre la puerta de la vida
que Dios, por ti, nos da.

Muestra tu fuerza y tu poder,
guárdanos todos juntos
firmes e la esperanza.

Y que en el día en que Dios ha elegido,
todos sus hijos reunidos
en la paz estén con él.

Amén



jueves, 29 de marzo de 2018

Jueves Santo 2018

Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Y se le apareció un ángel del cielo que lo confortaba. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre.
Lc 22, 41-44
¡Jesús Misericordioso, confío en ti!
Tu bondad es infinita, y no tengo miedo de nada.
Confío sin límites en tu misericordia.
Tú me acompañas en las dificultades,
y en las duras pruebas de la vida,
en la felicidad y en la desgracia,
en mi vida y en mi muerte, y en la eternidad.
Nada me asusta,
cuando te tengo en mi corazón.
Jesús abre mi alma a la esperanza.
Inclínate hacia mis pecados y mis miserias,
perdona mis faltas
y purifica mi corazón.
Me consagro a ti,
con el fin de vivir y de tender a la perfección
y de glorificarte aquí abajo y en la eternidad.
Jesús misericordioso, tú eres mi fuerza y el dulce reposo de mi alma,
tú sabes bien quién soy, temo todo de mi debilidad,
pero al mismo tiempo,
espero obtener todo de tu inagotable misericordia.
Transfórmame en ti, porque tú puedes todo.
Santifica mis acciones, para que merezcan la eternidad.
Aunque sea grande mi debilidad,
tengo confianza en el poder de tu gracia que me sostendrá.
Pongo mi confianza en ti, ahora y por siempre
y sobre todo en la hora de mi muerte.
Amén.


Guias Semana Santa 2018

Semana Santa Albacete 2018

Semana Santa Albacete y Provincia

Heridas que nos han curado

Salió de tu costado sangre y agua: dolor y bálsamo. Salió de tu costado amor y ternura, contagio y limpieza. Contagio para empuje y espabilo, capaz de enviarnos a salvar, limpieza para borrar todo lo violento, egoísta y sucio.

Quiero sentir la gota que me limpie y me envíe a limpiar: Quiero escurrir por mis manos la gota que purifica e impulsa. Quiero también sentirme impulsado a limpiar y ayudar.
Voluntario para dar gotas de consuelo y de alivio, voluntario para repartir las gotas difíciles de la paz, voluntario para sembrar y regar las semillas de justicia.

Voluntario para calmar con muchas y continuas gotas de amor cada rincón de cada llano y amargura, voluntario ara seguir curando cada cruz desde mi cruz, cada cruz desde tu cruz Gloriosa y sangrante.
Siempre cura la entrega generosa y desinteresada. Siempre cura una donación de tiempo y de constancia. Siempre cura la gota de agua sincera y humilde.

Muchas gotas de agua mansa y nunca violenta, muchas gotas de oración callada y de testimonio que clama, muchas gotas de una fe más presente y comprometida.
Tus heridas, Señor, nos han curado, pueden curarnos. Tus heridas Señor, siguen sangrando pavorosamente gritando. Tus heridas Señor, iluminan el sinsentido de la guerra absurda.

Tu agua nos limpie de cegueras. Tu agua nos cambie en hermanos. Tu agua y tu sangre nos envíe como voluntarios. Voluntarios de tu mismo amor generosa, roto y entregado.

Juan Miguel Romero

domingo, 11 de febrero de 2018

Hoy es la Jornada Mundial del Enfermo

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa", es el título del Mensaje del papa Francisco para la XXVI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra hoy.
El Santo Padre inicia su mensaje recordando que "la Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor".
Francisco destaca que "en la cruz, Jesús se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación".
El discípulo Juan, representa a la Iglesia, que "debe reconocer a María como su propia madre. Y al reconocerla, está llamada a acogerla, a contemplar en ella el modelo del discipulado y también la vocación materna que Jesús le ha confiado, con las inquietudes y los planes que conlleva".
El Papa subraya que esta "vocación materna de la Iglesia hacia los necesitados y los enfermos" se ha concretado en su historia bimilenaria, "en una rica serie de iniciativas en favor de los enfermos" y continúa hoy, porque "la imagen de la Iglesia como un ‘hospital de campaña’, que acoge a todos los heridos por la vida, es una realidad muy concreta, porque en algunas partes del mundo, sólo los hospitales de los misioneros y las diócesis brindan la atención necesaria a la población", señala el Pontífice.

El Papa indica a continuación que "este legado del pasado ayuda a proyectar bien el futuro. Por ejemplo, ayuda a preservar los hospitales católicos del riesgo del ‘empresarialismo’, que en todo el mundo intenta que la atención médica caiga en el ámbito del mercado y termine descartando a los pobres".
Jesús entregó a la Iglesia el poder de curar lo que hace de la pastoral de la salud "una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más excelentes".
Francisco también recuerda en el mensaje que "No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus enfermos" y que "la atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y unas políticas apropiadas. Por tanto, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen en el cuidado de los enfermos, participan en esta misión eclesial. Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno".
Por último, el Papa encomienda el cuidado de los enfermos a la Virgen María, "para que los sostenga en la esperanza así como le pide que "nos enseñe a acoger a nuestros hermanos enfermos" ya que "la Iglesia sabe que necesita una gracia especial para estar a la altura de su servicio evangélico de atención a los enfermos".
 
 
 

domingo, 28 de enero de 2018

Jornada Infancia Misionera

Lourdes Vives Merino de 9 años, del colegio Cristóbal Valera de Albacete, ha sido la ganadora del concurso na­cional de cómics de Infancia Misionera, en la categoría de 6 a 9 años.
Desde hace 5 años, Infancia Mi­sionera organiza un concurso nacional anual para inculcar a los niños el espíritu de Infancia Misionera, en el que los niños se convier­ten en misioneros. En esta edición, el concurso ha sido de cómics, y el tema el lema de la Jornada de este año 'Atrévete a ser misionero'.
Gracias a inicia­tivas como esta, los niños españoles se abren a la universa­lidad y la solidari­dad, y se implican en ayudar a los demás niños del mundo.
Felicitamos desde aquí a Lourdes que ha sabido plasmar una catequesis en un folio, lleno de color, de sinceridad, de alegría y del gran es­píritu misionero que tiene como buena cristiana. Sin duda, todo ello respaldado por su familia, y en este caso, también por su colegio.
 

miércoles, 17 de enero de 2018

Concierto Álvaro Fraile en Albacete


La palabra de ... Mons. Ciriaco Benavente

Buscar y escuchar preguntas
Casi siempre las buenas noticias nos llegan a través de otros. Otros, que, antes, han tenido la suerte de conocerlas y se ha enganchado tanto que las va contagiando. “He visto tal película, ¡una maravilla!, no dejes de verla”. Es una propaganda que, por llevar el sello de una experiencia personal, resulta más eficaz que todos los anuncios. Algo parecido sucede cuando un enfermo cuenta las maravillas curativas de determinado médico. No existe mejor publicidad.
Juan y Andrés eran dos jóvenes y animosos discípulos de Juan el Bautista. Un buen día, el Bautista, señalando a Jesús que pasaba por allí, les dijo: “Este es el cordero de Dios”. Para cualquier buen judío, familiarizado con la tradición bíblica, aquellas palabras eran portadoras de un hondo significado.
“Los dos discípulos comprendieron aquellas palabras y empezaron a caminar tras Jesús. Él, viendo que le seguían, se volvió y les dijo: ¿Qué buscáis?”. Son las primeras palabras de Jesús en el Evangelio de Juan. Una pregunta que nos sigue dirigiendo hoy a cada uno: ¿Qué buscas?, ¿qué sentidos estás dando a tu vida? Hay una línea divisoria, que Jesús nunca pasa si no es invitado. Hay que responder desde dentro, salir al encuentro de esa voz que nos interroga y nos llama, hasta descubrirlo con nuestros propios ojos, hasta llegar a la experiencia del encuentro con él. Ver y, luego, conocer.
“Maestro, ¿dónde vives?”, le preguntaron. Y Jesús —Venid y lo veréis... Los discípulos oyeron sus palabras y le siguieron”. La primera condición para la génesis o la profundización en la fe es la de buscar, escuchar las preguntas a veces no formuladas que llevamos en el corazón. “La duda que es la condición para que avance la ciencia”, decía el gran Descartes. Preguntarse es condición para avanzar en la fe.
Así empezó la aventura de Juan y de Andrés. Unos hombres, libremente, habían empezado a responder que sí.
“Fueron, vieron... y se quedaron con Él. Serían como las cuatro de la tarde”. Dejaron a Juan el Bautista, que era sólo la espera y la promesa, porque habían encontrado al que era el camino, la verdad y la vida. Entonces empezaron a percatarse de que todo cambiaba. Pareciera que fueran ellos quienes buscaban a Jesús, y ahora descubren que era Él quien los buscaba. Bastó abrir la puerta para que Él entrara en su corazón, para que todo recobrara un nuevo sentido, desde la alegría a la cruz. Uno recuerda aquel texto del Apocalipsis: “Estoy a la puerta y llamo; si alguno me abre entraré y cenaré con él… y le daré un nombre nuevo”: Son expresiones que hablan de intimidad compartida, de una nueva personalidad.
Juan el evangelista era uno de los dos que siguieron a Jesús. Cuando, muchos años después, nos lo cuente, recordará todavía la hora exacta, como se recuerda el inicio de un primer amor. ¿Qué se dijeron aquella tarde? Seguro que ellos le contaron a Jesús su vida, sus deseos, sus búsquedas, sus aspiraciones. ¿Qué les diría Jesús?
“Andrés, el otro que siguió a Jesús, encontró después a su hermano Simón y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías, al Cristo”. Era inevitable, aunque quisiera no podía guardar sólo para él la experiencia que le había hecho feliz. El buen olor se expande. No se puede callar por mucho tiempo la alegría. La dicen los ojos, la gritan los labios, la irradia la vida. Ha descubierto lo que su pueblo venía soñando y esperando desde siglos,  lo que era la aspiración secreta de su corazón joven, la búsqueda de felicidad y plenitud que, sin darse cuenta, siempre había perseguido.
¡Cuánto nos enseña este episodio evangélico para nuestro segundo año de la Misión Diocesana! El evangelio se transmite de boca a boca, de corazón a corazón por aquellos que han tenido la suerte de encontrarse con Jesús. Así actúa una Iglesia que es misionera. Pero, para eso, hay que haber tenido antes, como Juan y Andrés, la experiencia de un encuentro que llene de sentido y plenitud la propia vida.