domingo, 26 de marzo de 2017

La palabra de ... D. Ciriaco Benavente

De la luz de los ojos a la luz de la fe
El domingo pasado era la sed y el agua. Hoy nos encontramos con la ceguera y luz, otros de los signos cuaresmales. El episodio del ciego de nacimiento, del que habla el evangelio de este domingo, me trae siempre el recuerdo de aquella novela de Saramago en que se relata, como si fuera una parábola de la sociedad, la extraña ceguera blanca, que, como un mar de leche, se extiende de manera rápida, azotando a todo un país, hasta llenarse las calles de ciegos.
Se encuentra uno con tantas cegueras. Unas, dentro del propio corazón; otras, fuera: la de los que dicen que no ven a Dios por ninguna parte; la de quienes se preguntan si la vida tiene algún sentido, si merece seguir viviendo, luchando, sacrificándose por los hijos; la del desconcierto ante una enfermedad imprevista o un revés de fortuna; la que embarga a algunos cuando les asalta la duda de si vale la pena continuar creyendo y esperando, o seguir atado a esta mujer, a este hombre, a esta vocación; la que empuja a traicionar la conciencia ante el negocio sucio o ante el soborno. Y está la ceguera de quien, instalado en lo inmediato, ya ni se hace preguntas: “No te empeñes en buscar soluciones al hombre de hoy; no las tiene. Le ha acostumbrado a vivir sin preguntas, instalado en el absurdo y en la angustia”, ha escrito una pluma pesimista.
En la narración del evangelio se cuenta la curación de un ciego; un ciego que pedía limosna a la puerta del Templo. Este texto se usaba como catequesis de preparación para el bautismo, llamado también “iluminación”, que los catecúmenos recibían en la vigilia pascual.
La inquietud de los discípulos podría ser también la nuestra. En presencia del mal buscamos una explicación, deseamos encontrar al culpable: “Señor, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?”. El mal físico se consideraba consecuencia del mal moral. Pero Jesús toma otra vía al afirmar que el mal es una ocasión para que se manifieste la fuerza sanadora y salvadora de Dios. El combate contra el mal es combate de Dios.
La curación va a generar un curioso proceso de reacciones en las que podemos vernos retratados cualquiera de nosotros.
Los vecinos: Su interés no pasa del de la anécdota o la curiosidad: “¿Cómo fue, qué te hizo, de qué manera te abrió los ojos?”. Se parecen a muchos de nuestros contemporáneos, para quienes el interés por Jesús o por la Iglesia no va más allá de la anécdota o de la curiosidad periodística.
Están los padres del ciego, a los que los fariseos llaman a testificar. Pero tampoco ellos quieren complicarse la vida. “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora y quién le ha abierto los ojos no lo sabemos; preguntadle a él que es mayor de edad”.
El evangelista añade que decían esto porque tenían miedo a los judíos, que ya habían decretado expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías.
Veamos a los fariseos. Están, enfundados en sus prejuicios, como los que lo saben todo: “Sabemos que ese hombre es un pecador porque no guarda el sábado. Sabemos que Dios habló a Moisés, pero éste no sabemos de dónde es... ¿Vas a darnos lecciones a nosotros?”, le dirán al ciego.
Y está el ciego. Mientras que los fariseos se han ido cerrando cada vez más en su increencia, el ciego avanza gradualmente por un camino de coherencia que no dejará de traerle graves complicaciones —“Fui, me lavé y veo. Creo que ese hombre es un profeta... No sabéis de dónde es, pero me ha abierto los ojos... Si no viniera de Dios no podría hacer lo que hace...". Tal es su postura.
Cuando le han expulsado de la sinagoga, Jesús se hace el encontradizo: “¿Crees en el Hijo del Hombre?”. Y el ciego: “¿Quién es, Señor, para que crea en El?”. —“Lo estás viendo, es el que está hablando contigo”. Y el ciego: —“Creo, Señor”, y se postró a sus pies”, dice el evangelio. Tras la luz de los ojos, ha llegado a la luz de la fe.
Las palabras con que Jesús cierra el episodio deberían hacerse insoslayables para todos en esta Cuaresma: "Yo he venido para abrir un proceso: para que los que no ven, vean, y los que dicen ver, se queden a oscuras".
Los fariseos, al oírle expresarse así, le dijeron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos? Y Jesús respondió: —Si fuerais ciegos, no tendríais pecado, pero porque creéis que veis, vuestro pecado permanece”.
Esta insuperable catequesis cuaresmal pone al descubierto que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Jesús ha venido para abrir un proceso que pasa por cada corazón, que se ventila en el interior de cada hombre.

4º Domingo de Cuaresma: en la oscuridad, TU LUZ


domingo, 19 de marzo de 2017

3º Domingo de Cuarerma


Día del Seminario: «Cerca de Dios y de los hermanos»

¡Danos Señor sacerdotes santos!
Por San José, Día del Seminario. En la Diócesis de Albacete actualmente tenemos 7 seminaristas. Todos ellos reciben seis años de formación para el sacerdocio, de los cuales en los dos primeros cursan estudios de Filosofía en Orihuela y los cuatro siguientes lo hacen de Teología en Alicante; a lo que se suma además una formación complementaria en cinco dimensiones: humana, comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral. Según Pedro Ortuño, rector del Seminario de Albacete nuestros seminaristas son “jóvenes con ilusión, con deseos de estar cerca de Dios y de los hermanos. Son una alegría y un gozo por el que dar gracias a Dios”.
Para Pedro Ortuño el objetivo de la campaña del Día del Seminario es “suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades y parroquias”. Nuestros seminaristas han descubierto su vocación dentro de la comunidad y es ahí donde nace, crece y donde también se nos ayuda a dar respuesta a la llamada de Dios
Cada uno de nuestros seminaristas tiene su propia historia, su propio recorrido y una bella historia donde Dios se ha manifestado a cada uno de ellos en ese sueño, llamado vocación. Para Danilo Ponce este es su primer año en el Seminario. Para él ser sacerdote es “ser otro Cristo en medio del mundo cumpliendo la voluntad del Señor siendo los primeros servidores, porque yo no he venido a ser servido, sino a servir. Ser testigos de su misericordia y ser misericordiosos, perdonando en su nombres los pecados de los hermanos. Ser portadores de su Palabra, y como dijo San Francisco de Asís, predicar el Evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utilizar las palabras”.
Nuestros seminaristas miran el presente con ilusión, caminan día a día sabiendo que su formación les ayudará para poder servir mejor. No tienen miedo a los complejos, ni a decir abiertamente que es una gracia poder estar cerca de aquellos con los que Dios se ha identificado.
Desde Villarrobledo, Alejandro Marquina dijo sí a la llamada de Dios. Esta etapa de su vida que está pasando en el Seminario, la podríamos resumir en dos palabras: “encuentro y alegría. Encuentro, porque cada día es una nueva oportunidad para crecer en amistad con Jesús, el único amigo que nunca falla. Alegría, ya que, al responder a su llamada y seguir su camino junto con el resto de mis compañeros, que un día también dijeron que sí al Señor, toda nuestra vida se ve invadida por una inmensa alegría fruto de ese encuentro con Jesús. En definitiva, dar mí vida al Señor es una decisión de la que no me arrepiento, y que poco a poco voy consolidando con mi sí diario a Él”.
Álvaro Picazo es de Chinchilla y está en los últimos cursos del Seminario. Álvaro nos pide que en primer lugar recemos por ellos, los seminaristas “del presente y por los que un día vendrán. Que recen por las vocaciones sacerdotales. También que sigan ayudando materialmente al Seminario. Toda ayuda es necesaria, muchos pocos ayudan mucho. Les pediría que sean valientes y no tengan miedo a proclamar el Evangelio, sobre todo a los jóvenes de nuestras parroquias y grupos, a los jóvenes de nuestras familias y a los jóvenes de nuestras calles, a los que cada día nos cruzamos. Y si hay un chaval de nuestra familia, de nuestra parroquia, un hijo, un nieto... anímale a dar su vida entera por Cristo, merece la pena. No le frenes, no le quites esa idea de la cabeza, recuerda que no va a entregar su vida por un ideal sino por una persona que dio la suya por él, y que su vida servirá para dar vida a muchos y vida en abundancia”.
Hoy es el Día del Seminario toca apoyarles, mostrar nuestro interés, acompañarles y recordarles en nuestra oración personal. Pidamos también por aquellos que están pensando dar el paso. Necesitamos jóvenes dispuestos a ser santos, es decir, “a estar cerca”. 

domingo, 12 de marzo de 2017

2º Domingo de Cuaresma: Valentía


La palabra de ... Ramón Sánchez Calero

La clase de religión en estos momentos...
La Clase de Religión es uno de los temas que siempre están de actualidad. Hablamos hoy con Ramón Sánchez Calero, Delegado Diocesano de Enseñanza Religiosa de la diócesis de Albacete, y cura párroco de Ntra. Sra. de la Asunción de Almansa.
HOJA DOMINICAL. ¿Cómo percibe usted el momento presente?
RAMÓN SÁNCHEZ. Vivimos un momento de grandes convulsiones sociales, políticas y culturales. Miremos el mundo: Guerras larvadas constan- tes, fanatismos, refugiados, emigrantes, etc. La persona al servicio de los medios de producción, de comunicación, de intereses ideológicos de todo tipo, etc.
Ante todo ello lo religioso ha de hacerse sitio como un servicio de humanización y sensibilización de la misma sociedad ante los retos que la nueva cultura plantea a la persona. Aquí lo religioso es un elemento inteligente que abre la mente y el corazón a otra forma de entender la vida y la sociedad. Descartar lo religioso creo que es ahondar más en los lastres presentes.
H.D. ¿Háblenos, concretamente, de la presencia de la religión en la escuela pública?
R.S. En la pública y en la concertada. Ambas son sociedad y lo religioso tiene vocación de sociedad, de comunitario, de encontrarse con la persona que voluntariamente lo desea, lo pide, lo quiere. Es el estado el que tiene la obligación de regular esos derechos. La misión de la escuela es educar a la persona íntegramente. No es solo educar en competencias técnicas, lingüísticas, matemáticas, etc. La escuela es educadora también en las competencias emocionales, sensitivas, actitudinales, afectivas, etc. Siempre lo ha hecho así. Diría que:
  • La clase de religión en la escuela ayuda a saber comprender la tensión entre la fe y la cultura religiosa (Jerusalén) y el saber y la cultura filosófica (Atenas). Esto es Europa.
  • La clase de religión en la escuela sensibiliza ante el dolor y la pobreza. Da herramientas para hacer crecer capacidades y enfrentarse a ello, dando respuestas positivas.
  • La religión suscita en la persona la capacidad de admiración ante lo bello, lo bueno, lo hermoso. Eso es lo que busca el corazón humano.
  • Finalmente he de decir que la persona no puede vivir sin “dogmas”, creencias. Si no posee unas creencias (religiosas y morales) poseerá otras (relativismo, materialismo, etc.). Dice un teólogo africano que Europa ha cortado el árbol de la ciencia del bien y del mal y ha crecido el árbol del relativismo.
H.D. ¿Cree que en el posible pacto educativo caben estas dimensiones?
R.S. Realmente el momento es especial. El parlamento se encuentra muy fraccionado y algunos grupos parlamentarios minoritarios parten de otra concepción de la persona y de la escuela, donde se excluyen los elementos antes indicados. También existen presiones desde el exterior del parlamento para sacar la religión fuera de la escuela. Ante ello es importante que miremos el entorno europeo, en todos los países, de una u otra forma está presente el elemento religioso y la libertad del individuo y de la familia para escoger el tipo de educación que quiere para sus hijos. Este principio, garantizado en nuestra legislación, se desarrolla con los centros de iniciativa social (concertados) y con la clase de religión confesional, que no es un privilegio de nadie sino la respuesta a tantas personas sencillas que piden que sus hijos sean educados en los valores de la cultura cristiana. Los valores religiosos y la misma fe no son elementos descartables en sí.
H.D. ¿En nuestra diócesis que aceptación tiene la clase de religión católica?
ólica?
R.S. En Albacete se imparte clase de religión confesional evangélica y católica, aunque la desproporción es muy grande a favor de la católica. En todo el territorio nacional, además, se imparte la musulmana. Luego no es un privilegio de la Iglesia católica, sino un derecho de las personas y de las familias. En nuestra provincia de cada diez alumnos ocho escogen voluntariamente la clase de religión. En Castilla la Mancha la opción religiosa escolar es muy alta, también del ochenta por ciento.
Aprovecho para dar las gracias a la Administración Regional y Provincial por el interés y la preocupación por esta materia y sus profesores, y desear que profesores , familias y comunidades sepamos presentar la religión como un motivo que dignifica y ennoblece a la persona y a la sociedad.

domingo, 5 de marzo de 2017

1º Domingo de Cuaresma: Fortaleza


La palabra de ... Mons. Ciriaco Benavente

Resistir a la tentación
Cada año, en el primer domingo de Cuaresma, escuchamos el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Pero ¿tiene sentido todavía la Cuaresma? ¿Se puede seguir hablando de tentaciones y pecados? ¿Se puede seguir confiando y poniendo el sentido de la vida en un crucificado?
 “Queramos reconocerlo o no, la tentación la experimenta todo hombre Y quien dice que no padece tentaciones es que no ha traspasado el umbral del instinto; no se ha reconocido como sujeto de una libertad ni destinatario de una misión; no ha conocido a Dios” (G. de Cardedal).
¿Qué es la tentación? Puede ser útil ayudarnos de la primera lectura que nos ofrece la liturgia de este domingo. En ese texto (Gn 3, 1-7) encontramos la mítica narración de la serpiente que tienta a Eva. Seguro que el autor, al elegir la serpiente como símbolo de la tentación, tenía en mente la imagen de la peligrosísima víbora palestinense. Es un animal de apariencia inofensiva; sus dimensiones no parecen justificar su peligrosidad. No mete ruido, aparentemente no es agresiva, se confunde con el color del terreno, pero mata. Dice el texto que “era más astuta que las demás bestias del campo”. La tentación vive de su ambigüedad radical.
El evangelista, con una finalidad catequética, ha concentrado las tentaciones de Jesús en una narración ordenada. Se sitúan, como las tentaciones de Israel, en el desierto, ese lugar en que el hombre experimenta su menesterosidad, no puede acudir a escapatorias y distracciones, tiene que enfrentarse consigo mismo, con su verdad más honda, con su identidad y su misión. Las tentaciones nos hablan de la verdad de la encarnación del Hijo de Dios. Seguramente le acompañaron a Jesús a lo largo de todo su ministerio, hasta la cruz. Debieron de manifestarse con una fuerza especial en los momentos en que se endurecía contra él la oposición y se hacía su misión tan dura que pareciera estar abocada al fracaso.
El Tentador, apelando a la condición de Hijo de Dios y a su poder mesiánico, le sugiere la posibilidad de tomar un camino que le haría más fácil su tarea y más exitosa su sagrada misión. Imaginemos a Jesús, en medio de un pueblo hambriento, convirtiendo las piedras en pan o lanzándose desde el pináculo del templo y descendiendo mansamente a la vista del pueblo y de los sumos sacerdotes. Todos habrían caído rendidos a sus pies, todo habría sido como un desfile de victoria. Pero Jesús lo rechaza apelando a la Palabra de Dios.
De haber secundado las propuestas del Tentador, es decir, vendiendo su alma al diablo, habríamos visto lo que se puede lograr con la armas del poder, pero ¿nos habría revelado el amor del Dios compasivo y misericordioso, que no humilla al hombre desde arriba, sino que lo levanta desde abajo? Sólo redime el que comparte y compadece con la persona amada. Sólo el amor posibilita alcanzar una libertad liberada.
En el diálogo que el Gran Inquisidor de la novela de Dostoievski mantiene con Jesús durante la noche, en un calabozo de Sevilla, donde éste ha sido encerrado, se encuentra una muy sugerente interpretación de las tentaciones. El Gran Inquisidor le recrimina a Jesús que no hiciera caso al Tentador; pues él sí que conocía bien a los hombres y, por eso, sabía manejarlos con tanta eficacia. Los hombres, le viene a decir, aunque parecen buscarla, a nada temen tanto como a la libertad; están dispuestos sacrificarla por un poco de pan, de placer, de poder, de éxito o de seguridad. Tú, en cambio, le sigue diciendo, ofrecías una libertad tan especial que así acabaste, sin poder y sin éxito, en el estrepitoso fracaso de la cruz.
Las épocas de grande mutaciones culturales suelen ser épocas propicias para que al creyente y a la Iglesia le salten sutiles tentaciones sobre su identidad y su misión. No es fácil, en el contexto cultural actual, resistirse a la tentación de la plausibilidad, de lo fácil, de lo que se lleva o se nos vende, sobre todo cuando lleva la marca de progresía.
A las tentaciones de Jesús, salvadas las distancias, ha de enfrentarse la Iglesia en cada nuevo recodo de la historia. Y a ellas tiene que enfrentarse cada cristiano hoy. Un buen momento de discernimiento puede ser esta Cuaresma.
La Iglesia nos sigue invitando al desierto de la cuarentena como lugar de purificación de encuentro. Allí empezó Jesús a librar su batalla a solas, sin seguridades en que apoyarse, desgastado por el hambre y por la sed, sostenido sólo por la Palabra de Dios. Y junto al desierto, recordemos los otros signos cuaresmales: el ayuno, la oración y la limosna. A algunos pueden resultarle anacrónicos, pero habrá que descubrir su significado hoy. En alguna ocasión me he permitido algunas sugerencias: ¿No estaría bien ayunar para empezar a vivir la comunicación de bienes con los que ayunan forzosamente cada día? ¿No estaría bien hacer abstinencia de algunas horas de televisión o del móvil para mirar a los ojos a los de casa, para comunicarnos más en familia, para comentar juntos un libro o una película, para hacer un rato de oración , para constatar que no es lo mismo la realidad que la publicidad; para acompañar a quienes están solos?
La Misión diocesana nos ha metido en la escuela de Jesús, del discipulado. Hoy nos enseña a encarar las tentaciones.

miércoles, 1 de marzo de 2017


CUARESMA: ATRÉVETE descubrir los dones de Dios



¿Pero tengo algo que mostrar al mundo?

¡Menuda pregunta! Todos tenemos algún don. Basta con mirar un poco la televisión y los programas que, en cualquier cadena, tratan de descubrir los talentos innatos o adquiridos de una persona que, hasta ese momento, es anónima. Incluso hay personas que se denominan "cazatalentos": están a la última y tienen un ojo especial para valorar lo que de original y novedoso (y atractivo) tiene el talento descubierto. Son verdaderos especialistas. Tú no eres un bicho raro: también tienes talentos. Unos sabrán dibujar, otros tocar algún instrumento, a veces tenemos un don especial para relacionarnos con la gente de nuestro alrededor, o somos unos auténticos aguilillas resolviendo crucigramas. Los hay que tienen un talento espectacular para los idiomas o para el deporte... ¿Y tú? Pero hay talentos que, además, se nos dan a todos. Todos no podemos ser futbolistas mundiales, ni pintores de éxito, ni actores o actrices de Goya u Óscar... pero a todos Dios nos ha concedido dones que, tal vez, ni tan siquiera imaginaste.

CUARESMA: un tiempo para descubrir lo que Dios ha hecho en ti.

La Cuaresma siempre nos invita a parar un poco nuestra vida y a tratar de ver qué tenemos por dentro y cómo funcionamos. Dios, en nuestra vida y con nuestra vida, ha hecho y hace cosas grandes. Algunos, a eso que Dios hace en nosotros, lo llaman "don" o "acción del Espíritu Santo". La cuestión es que este, la Cuaresma, es un tiempo especial y particular para tratar de descubrir esos dones que Dios nos da y nos concede. Nuestro primer paso será animarte a entrar en ti para ir, poco a poco, descubriendo el don de la fortaleza, la valentía, la vida, la luz, la fe, la sabiduría... ¿Te atreves? En esa tarea nuestra "brújula", nuestra guía, será siempre la Palabra de Dios de cada domingo, que te invitamos a reflexionar y releer desde la perspectiva del Don de Dios. Y un último guiño... la palabra "lent", en inglés, significa "Cuaresma"... o sea, que si miras el cartel central puedes leer "los dones de Dios" y "la Cuaresma de Dios". Este será nuestro modo de dar una vuelta más al lema de ATRÉVETE.