miércoles, 21 de diciembre de 2016

Decoración Navideña en SES Riopar

Esta mañana cuando he venido al instituto me he encontrado esta fantástica decoración navideña realizada bajo la dirección de Silvia, la profesora de plástica del instituto. ¡Enhorabuena a tod@s!







domingo, 18 de diciembre de 2016

La palabra de ... D. Ciriaco Benavente

Un hombre lleno de confianza en Dios
El evangelio de este domingo nos pone en contacto con el recorrido interior que José tuvo que hacer hasta descubrir a Jesús como un don de Dios que a él le corresponde acoger y custodiar.
¿A quién podría confiar Dios sus dos principales tesoros —Jesús y María—, sino a San José, la sencillez encarnada? A los sencillos se revela Dios con mayor facilidad. Un amigo, sacerdote y poeta, lo describe así: “Tenía que ser alguien con mucha fe; ¿cómo, si no, iba a poder vivir tan cerca del misterio sin quemarse? Tenía que ser alguien con mucha profundidad, pero como un pozo de agua clara al que se le ve el fondo; de pocas preguntas, sólo las justas para saber qué esperaba Dios de él. Tenía que ser un hombre lleno de confianza en Dios para fiarse plenamente de Él, por más inesperados que fueran sus caminos, y para fiarse de María, para no dudar de ella por más desconcertantes y extraña que resultase su misión. Alguien que aceptase la luz de la palabra sin reservas, a corazón abierto. Alguien obediente siempre a la voz del Espíritu. Tenía que ser alguien capaz de amar mucho: Amar a Dios para ofrecerle sin pestañear cualquier cosa que le pidiese, aunque pareciera descabellada; para ver la mano de Dios en todo, en lo grande y en lo pequeño; para poder adivinarlo en la mirada, en la sonrisa o en el llanto del Niño; para amar a María, para tenerla en el centro de su corazón, para leer a través de sus silencios, para estar seguro con sólo mirarla de la limpieza de su corazón, para saber quedarse discretamente a la puerta de su intimidad. Tenía que ser alguien que amara sin medida, sin pasar recibo, sin darlo importancia” (R. Prieto).
Ese hombre fue San José: la santidad vestida con túnica de carpintero, tejida de silencios, hecha a golpes de martillo y de una renuncia oculta y perfumada con el amor de cada día. El hecho de descender de David permitiría entroncar a Jesús con la herencia davídica. El evangelista Mateo nos hace saber que era carpintero —“¿no es éste el hijo del carpintero?”, decían de Jesús: Un trabajo honrado que permitiría a su familia vivir una vida tan sobria como digna.
El matrimonio judío se componía de dos momentos espaciados durante un año. El primer momento, los desposorios, convertía a los novios en marido y mujer; pero la convivencia no ocurría hasta pasado el año. En ese año de espera es cuando José percibe el embarazo de su mujer: “Como era justo y no quería poner en evidencia a María, decidió repudiarla en secreto”. Hasta en esto se nota su bondad. Sólo cuando sabe que el asunto es de Dios, lo acepta sin pestañear, hasta dar nombre e identidad social al Niño, a pesar de su temor inicial de arrogarse el mérito de una paternidad que no dependía de él: “No temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”.
José es uno de esos hombres a los que les tocó vivir pruebas de fe tan duras como la de Abrahán. Por eso, son los hombres a través de los cuales Dios lleva adelante su proyecto de salvación y de gracia. Sólo desde una fe honda se pueden aceptar los caminos del Dios, que escribe derecho, aunque con renglones que, a nuestra humana lógica, parecen torcidos.
“No temas”. Esta invitación a fiarse de Dios sin miedos, ¿no sería un buen lema para colocarlo junto al belén del comedor, o para colgarlo del árbol navideño? ¡Feliz Navidad!  

Si cuidas el planeta, combates la pobreza

 Web Enlazate por la Justicia

Desde la campaña “Si cuidas el planeta, combates la pobreza”, Justicia y Paz, y las demás entidades que componen la iniciativa Enlázate por la Justicia (Cáritas, CONFER, Manos Unidas y Redes), proponemos profundizar en la ecología humana que expone el papa Francisco en la encíclica Laudato Si’, porque "son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior" (LS 10). En este espacio abordaremos algunas de estas cuestiones para tratar de llevarlas a nuestra vida cotidiana.
El Adviento es una oportunidad para redescubrir el valor de la simplicidad en la celebración de la Navidad. El anuncio de la Buena Noticia, del nacimiento del Salvador, nos pone en camino hacia una manera de vivir más austera, es decir, ser libres de las cadenas del consumismo. El consumismo es una elección, no una obligación, por lo que podemos cambiar nuestra forma de vida hacia una más sostenible y preocupada por los demás. Desarrollemos una forma de celebrar nuestras fiestas en las que la austeridad sea un principio, con comidas sencillas y en cantidades adecuadas para no desperdiciar en nuestras celebraciones.
Además, el Adviento nos invita a comprometernos con el cambio, dando importancia a las personas y anunciando a los demás el sentido de nuestra celebración en la sencillez. Jesús nació en un pesebre, sin lujos, rodeado de gente sencilla. Es un buen momento para fijar nuestra atención en las personas que están a nuestro alrededor, compartiendo nuestro tiempo con los demás y creando un ambiente positivo. Pensemos en cada una de las personas a las que vamos a regalar, para que sean regalos personalizados, que no tienen que ser caros. Y con los que están lejos, pongámonos en contacto: es un buen momento para contribuir con las tarjetas de felicitación solidarias de ONG´s. www.enlazateporlajusticia.org

Yo cambio mi regalo

domingo, 11 de diciembre de 2016

Atrévete a sentir Su Latido

ATREVERSE a sentir los latidos del Corazón de Dios
Dios late con fuerza en cada momento de nuestra vida. La cuestión (y de ahí la dificultad) es que no siempre tenemos bien enchufados los auriculares para escucharle: las prisas, los agobios, las miles y miles de ofertas, los anuncios machacantes de una Navidad de espumillón y lucecitas nos terminan por aturdir los sentidos. Incluso nos impide escuchar cómo Dios se hace presente... ¿habremos olvidado el verdadero "Espíritu" de la Navidad (el de Dios)?
Este Adviento nos proponemos recuperar la capacidad de SENTIR sus latidos. Es cuestión de atreverse, de escucharse a uno mismo y retomar la vida (Reconciliación/Penitencia), de ponerse en la senda de aquellos que han caminado el mismo sendero antes que nosotros (Oración), de preparar concienzudamente nuestra casa a la llegada inminente de nuestro Dios (Celebración).


Atrévete







La palabra de ...Marián Sánchez

ADVIENTO ...estado de buena esperanza
Hay un dicho tradicional, que ya casi no se utiliza, para referirse al embarazo que habla de “esperar”, de “esperanza” y, además, de una esperanza que es “buena”. ¿Cuántas maneras distintas hay de esperar? Y sobretodo cuando lo esperado va a cambiar la vida de quien lo espera ¿cómo vive cada quién dicha espera? Preocupación, miedo, inquietud, desasosiego, incertidumbre, duda y tantas otras emociones negativas nos inundan. Tantas cosas se escapan a nuestro control cuando sólo podemos hacer que esperar, tanta impaciencia por saber cuál será el futuro que nos deparan los acontecimientos.
Y eso que en la actualidad las embarazadas contamos con medios técnicos y profesionales expertos que nos informan de cada paso en la evolución del bebé. Pero, aún así, los interrogantes inquietan nuestro espíritu desde el momento en que conocemos nuestro “estado de esperanza”: ¿ahora, es el mejor momento? ¿es muy pronto? ¿hemos esperado mucho? ¿estará sano? ¿será nene o nena? ¿se parecerá a su hermano? ¿dormirá bien? ¿comerá bien? ¿cómo me organizaré con el trabajo? ¿podré contar con los abuelos? ¿quién me ayudará cuando se ponga malito? ¿habrá que cambiar de piso? ¿sabré educarlo adecuadamente? ¿tomaré buenas decisiones? ¿lo haré feliz?... Pero entonces, ¿es éste un estado de buena esperanza?
Y entonces me viene a la cabeza la imagen de una chiquilla en un pequeño pueblo de Oriente Próximo en plena antigüedad durante la ocupación romana: malos tiempos para las madres solteras, malos tiempos para las mujeres, en general; y una sola respuesta para el emisario: “Hágase en mí según tu palabra”. Ni un ápice de temor en sus palabras, ni un renuncio. Solamente confianza, sólo fe, tan sólo un abandonarse en brazos de quien sabe la ama, únicamente la certeza de que todo irá bien. Cuánto anhelo en mí algo parecido a esa disposición, a ese estado de buena esperanza.
Cuánto podríamos aprender durante estos días de Adviento, si nos dejáramos contagiar por ese alarde de confianza, por ese derroche de optimismo que María nos muestra en sus delicados y humildes gestos. Cuánto podríamos ofrecer al mundo y a los hermanos más cercanos si, en mitad de la incertidumbre y los miedos que nos contaminan cada día, fuéramos capaces de mirar el presente con sosiego, alzar la mirada y decir bien fuerte: “Esto viene de Dios, así que todo irá bien”. Cuánto mejor podríamos vivir, si lo hiciéramos, como María, en estado de buena esperanza. 

ADVIENTO 2016

ATREVERSE... y nadar a contracorriente
Besugos, tiburones, truchas, lubinas, merluzas y merlucillas, atunes, cirujanos, de agua dulce y agua salada… y, sí, todos peces, con sus características, sabores peculiares y también con sus costumbres. Hagamos un pequeño ejercicio: si fueras un pez, ¿con cuál te identificarías? ¿Cuáles serían tus características? ¿A qué sabría tu vida? ¿Más de agua dulce o más de agua salada? ¿Explorador o sedentario? Si fueras pez…
El papa Francisco, con su genialidad, un día les soltó a los jóvenes: “En esto os pido que os rebeléis contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que vosotros no sois capaces de asumir responsabilidades, que no sois capaces de amar verdaderamente… Yo tengo confianza en vosotros, jóvenes, y pido por vosotros. Atreveos a ir a contracorriente. Atreveos a ser felices”.
Y es verdad: hay peces que se dejan llevar por la dirección que marca la mayoría. Pero los que buscan algo más, ¡deciden ir a contracorriente! Y, buscando, descubren nuevos horizontes que habitar y vivir, e, incluso, al Dios que nos ama con locura y que quiere lo mejor para nosotros. ¡Que desea que seamos felices!
Te proponemos, este año, nadar a contracorriente: buscar, encontrar, vivir y decir sí a Dios y su plan sobre ti.