¡Danos Señor
sacerdotes
santos!
Por San José, Día del Seminario.
En la Diócesis de Albacete actualmente tenemos 7 seminaristas. Todos ellos reciben seis años de
formación para el sacerdocio, de los
cuales en los dos primeros cursan estudios de Filosofía en Orihuela y los cuatro siguientes lo hacen de Teología en
Alicante; a lo que se suma además una
formación complementaria en cinco
dimensiones: humana, comunitaria,
espiritual, intelectual y pastoral. Según
Pedro Ortuño, rector del Seminario
de Albacete nuestros seminaristas son
“jóvenes con ilusión, con deseos de estar cerca de Dios y de los hermanos.
Son una alegría y un gozo por el que
dar gracias a Dios”.
Para Pedro Ortuño el objetivo de la campaña del Día del Seminario es
“suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a
toda la sociedad, y en particular a las
comunidades y parroquias”. Nuestros
seminaristas han descubierto su vocación dentro de la comunidad y es ahí donde nace, crece y donde también se
nos ayuda a dar respuesta a la llamada
de Dios
Cada uno de nuestros seminaristas
tiene su propia historia, su propio recorrido y una bella historia donde Dios
se ha manifestado a cada uno de ellos
en ese sueño, llamado vocación. Para
Danilo Ponce este es su primer año en el Seminario. Para él ser sacerdote
es “ser otro Cristo en medio del mundo cumpliendo la voluntad del Señor
siendo los primeros servidores, porque
yo no he venido a ser servido, sino a
servir. Ser testigos de su misericordia y
ser misericordiosos, perdonando en su
nombres los pecados de los hermanos.
Ser portadores de su Palabra, y como
dijo San Francisco de Asís, predicar el
Evangelio en todo momento, y cuando
sea necesario, utilizar las palabras”.
Nuestros seminaristas miran el presente con ilusión, caminan día a día
sabiendo que su formación les ayudará para poder servir mejor. No tienen
miedo a los complejos, ni a decir abiertamente que es una gracia poder estar
cerca de aquellos con los que Dios se
ha identificado.
Desde Villarrobledo, Alejandro
Marquina dijo sí a la llamada de Dios. Esta etapa de su vida que está pasando en el Seminario, la podríamos resumir en dos palabras: “encuentro y
alegría. Encuentro, porque cada día es
una nueva oportunidad para crecer en
amistad con Jesús, el único amigo que
nunca falla. Alegría, ya que, al responder a su llamada y seguir su camino
junto con el resto de mis compañeros,
que un día también dijeron que sí al
Señor, toda nuestra vida se ve invadida por una inmensa alegría fruto de
ese encuentro con Jesús. En definitiva,
dar mí vida al Señor es una decisión de
la que no me arrepiento, y que poco a
poco voy consolidando con mi sí diario a Él”.
Álvaro Picazo es de Chinchilla y está en los últimos cursos del Seminario. Álvaro nos pide que en primer lugar recemos por ellos, los seminaristas
“del presente y por los que un día vendrán. Que recen por las vocaciones sacerdotales. También que sigan ayudando materialmente al Seminario. Toda
ayuda es necesaria, muchos pocos
ayudan mucho. Les pediría que sean
valientes y no tengan miedo a proclamar el Evangelio, sobre todo a los jóvenes de nuestras parroquias y grupos,
a los jóvenes de nuestras familias y a
los jóvenes de nuestras calles, a los que
cada día nos cruzamos. Y si hay un
chaval de nuestra familia, de nuestra
parroquia, un hijo, un nieto... anímale
a dar su vida entera por Cristo, merece
la pena. No le frenes, no le quites esa
idea de la cabeza, recuerda que no va a
entregar su vida por un ideal sino por
una persona que dio la suya por él, y
que su vida servirá para dar vida a muchos y vida en abundancia”.
Hoy es el Día del Seminario toca apoyarles, mostrar nuestro interés,
acompañarles y recordarles en nuestra
oración personal. Pidamos también
por aquellos que están pensando dar el
paso. Necesitamos jóvenes dispuestos
a ser santos, es decir, “a estar cerca”.