¡Estamos a punto de celebrar un año más la Navidad! La Navidad es un
tiempo bonito. A mí me parece bonito. Cuando se acerca la Navidad, parece como
que tienes deseos de ser mejor persona o, si a ti no te sale, te ves abocado a
serlo por el ambiente navideño. Casi como que te obliga a intentar ser buena
gente. En Navidad las cosas tienen que ir bien. La sociedad tiene que estar de
fiesta. La familia se alegra de poder juntarse y no hay excusa para que ninguno
falte. Tiene que haber un clima de paz y alegría que dé tregua al ajetreo
diario. No los he leído todos ni las he visto todas, pero imagino que no habrá
un libro o una película serios, ambientados en la Navidad, que no tengan un final
feliz. Sería una decepción.
Al mismo tiempo, para algunas personas, son días de nostalgia o de
tristeza, más intensas que durante el resto del año, ya que la vida los está
tratando mal: porque han perdido a algún ser querido, porque se ha hecho
presente la enfermedad, por reveses económicos difíciles de afrontar, porque
experimentan la soledad, porque se hace difícil la reconciliación... Por tantas
cosas que obstaculizan el deseo de felicidad que todos llevamos dentro y que se
viven más agudamente en estas fechas.
¿Qué pasa en Navidad, para que esto sea así? Que durante siglos los
cristianos hemos celebrado el acontecimiento más importante de la historia de
la humanidad: Dios Hijo se ha hecho hombre y ha nacido como Niño en Belén para
redimirnos en la Cruz y mostrarnos el camino que nos lleva a la plenitud de
nuestras existencias. Éste es el motivo necesario y suficiente para entender la
intensidad con la que se viven estos días. Tanto lo hemos c e l e b r a d o
que, hasta los que no perciben la presencia de Dios en sus corazones, se han
contagiado de nosotros y también lo celebran, aunque con una visión distinta,
más limitada.
“Os anuncio una gran alegría […]: hoy os ha nacido, en la ciudad de
David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor” (Lc 2, 10-11). La Navidad es
bonita porque se nos anuncia una gran alegría, la mayor alegría que nos podían
dar: Dios nos sigue amando con toda su grandeza divina. Quiere formar parte de
nuestras vidas y, por eso, se ha hecho uno de nosotros. Quiere darnos todo lo
que necesitamos para que nuestra vida esté llena y podamos ayudar a los demás a
llenar la suya. No quiere que abandonemos la esperanza de que todo puede ir
mejor cuando colaboramos con Él y le permitimos que nos demuestre su amor.
¡Feliz Navidad a todos!