Una oportunidad de experimentar VIDA
Celebramos un año más el día
del enfermo bajo el lema que
su SS el Papa Francisco nos
sugiere: El asombro ante las obras
que Dios realiza: «El Poderoso ha
hecho obras grandes por mí…» (Lc
1,49).
Además, afirma que: “constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y
de todos los que sufren en general; y,
al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los
agentes sanitarios y voluntarios, para
que den gracias por la vocación que el
Señor les ha dado de acompañar a los
hermanos enfermos.”
La enfermedad, cualquier enfermedad, nos proporciona la oportunidad de experimentar lo que es la vida, una vida que nos ha sido regalada y de la que no somos conscientes de las posibilidades que nos ofrece hasta que no nos vemos en dificultad. La
enfermedad nos
ofrece la oportunidad de
experimentar nuestra
fragilidad, de
constatar que
nosotros solos no
tenemos la solución
de las cosas, ni por
nuestras propias fuerzas
podemos conseguir todo.
Lo que en otros momentos
nos resulta fácil ahora nos
parece una montaña.
¡Cuánto trabajo nos cuesta reconocer que somos débiles y
necesitados! Vivir la enfermedad es vivir la vida, nuestra vida, la de cada
uno.
De pequeños todo está alrededor
nuestro, ni siquiera somos conscientes de que tenemos cuerpo. A medida que crecemos experimentamos la
plenitud de nuestro cuerpo y después,
paulatinamente, la debilitación del
mismo.
Y durante todo este tiempo de nuestra vida vamos aprendiendo el
amor y el desamor, aprendemos a conocernos, a valorarnos, a medir nuestras fuerzas, a conocer y valorar a los
demás, experimentamos la alegría de
la amistad, el esfuerzo, la superación,
etc.
Y es este aprendizaje el que posibilita que vivamos nuestras enfermedades como hemos vivido.
Experimentar la enfermedad es vivir todo esto de forma acelerada pues
las experiencias y las emociones se
agolpan junto al enfermo junto a la
debilidad y el dolor. Es el momento
de reconocer lo que somos, de dejarnos en manos de quienes nos cuidan
y acoger a Dios en nuestro corazón,
para que Él nos de las fuerzas y los
ánimos que no tenemos.
Además, para los que cuidan a los enfermos es una oportunidad para
aprender de ellos el sentido del sufrimiento y la experiencia de vida
que hay en cada uno. Par ellos es un
gran enriquecimiento acompañar a
las personas y hacerles ver cuanto nos
ayudan ellos a nosotros, cuanto nos
ayudan a vivir nuestra propia vida, y
así reconocer “cuanto ha hecho Dios
por nosotros”.
¡Feliz día del Enfermo, Feliz día de la Vida!