domingo, 5 de febrero de 2017

La palabra de... Reme Cases

Una oportunidad de experimentar VIDA
Celebramos un año más el día del enfermo bajo el lema que su SS el Papa Francisco nos sugiere: El asombro ante las obras que Dios realiza: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí…» (Lc 1,49). Además, afirma que: “constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general; y, al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos.” La enfermedad, cualquier enfermedad, nos proporciona la oportunidad de experimentar lo que es la vida, una vida que nos ha sido regalada y de la que no somos conscientes de las posibilidades que nos ofrece hasta que no nos vemos en dificultad. La enfermedad nos ofrece la oportunidad de experimentar nuestra fragilidad, de constatar que nosotros solos no tenemos la solución de las cosas, ni por nuestras propias fuerzas podemos conseguir todo.
Lo que en otros momentos nos resulta fácil ahora nos parece una montaña. ¡Cuánto trabajo nos cuesta reconocer que somos débiles y necesitados! Vivir la enfermedad es vivir la vida, nuestra vida, la de cada uno. De pequeños todo está alrededor nuestro, ni siquiera somos conscientes de que tenemos cuerpo. A medida que crecemos experimentamos la plenitud de nuestro cuerpo y después, paulatinamente, la debilitación del mismo. Y durante todo este tiempo de nuestra vida vamos aprendiendo el amor y el desamor, aprendemos a conocernos, a valorarnos, a medir nuestras fuerzas, a conocer y valorar a los demás, experimentamos la alegría de la amistad, el esfuerzo, la superación, etc. Y es este aprendizaje el que posibilita que vivamos nuestras enfermedades como hemos vivido. Experimentar la enfermedad es vivir todo esto de forma acelerada pues las experiencias y las emociones se agolpan junto al enfermo junto a la debilidad y el dolor. Es el momento de reconocer lo que somos, de dejarnos en manos de quienes nos cuidan y acoger a Dios en nuestro corazón, para que Él nos de las fuerzas y los ánimos que no tenemos. Además, para los que cuidan a los enfermos es una oportunidad para aprender de ellos el sentido del sufrimiento y la experiencia de vida que hay en cada uno. Par ellos es un gran enriquecimiento acompañar a las personas y hacerles ver cuanto nos ayudan ellos a nosotros, cuanto nos ayudan a vivir nuestra propia vida, y así reconocer “cuanto ha hecho Dios por nosotros”. ¡Feliz día del Enfermo, Feliz día de la Vida!