El papa Francisco nos ha lanzado un especial desafío para que
la paz reine en todo el mundo “en el 2017, comprometámonos con
nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus
palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas,
que cuiden de la casa común”.
El Santo Padre hace este especial llamamiento en su mensaje para la
Jornada Mundial de la Paz 2017 que se
celebra hoy y que lleva como título “La
no violencia: un estilo de política para
la paz”.
El Papa explica en el texto que este desafío puede lograrse a través de las
ocho Bienaventuranzas, ya que ellas
“trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena
y auténtica”.
“Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos
y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los
dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el
desempeño de sus propias responsabilidades”.
Francisco recuerda que “la no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad,
la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el
mundo está íntimamente interconectado”.
“Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de
forma constructiva y no violenta, de
manera que «las tensiones y los opuestos puedan alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de
las polaridades en pugna»”.
El Papa también señala que este mensaje suyo es para la Jornada de la Paz número 50 y recuerda brevemente algunas de las cosas que dijeron en su momento el Beato Pablo VI, San Juan XXIII, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, todos firmemente comprometidos en promover la paz en todo el orbe.
Francisco también alerta sobre el
gran peligro de las guerras y explica
que “la violencia no es la solución
para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la
emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines
militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las
familias en dificultad, de los ancianos,
de los enfermos, de la gran mayoría de
los habitantes del mundo. En el peor
de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es
de todos”.
Para hacer frente a esta
realidad, explica el Papa, es necesario abrirse al Señor: “quien acoge la Buena Noticia
de Jesús reconoce su propia violencia y se deja
curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su
vez en instrumento de reconciliación, según la
exhortación de
san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en
vuestros corazones»”.
El Santo Padre precisa además que “muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y
pasividad, pero en realidad no es así.
Cuando la Madre Teresa recibió el
premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no
violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas
y armas, de destruir para traer la paz,
sino de vivir unidos, amándonos unos
a otros [...]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en
el mundo»”.
Otros ejemplos exitosos que recuerda el Pontífice son los de “Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar
Khan en la liberación de la India, y de
Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no
violencia, como, por ejemplo, Leymah
Gbowee y miles de mujeres liberianas,
que han organizado encuentros de
oración y protesta no violenta (prayins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda
guerra civil en Liberia”.
La familia
“Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres,
entonces es fundamental recorrer el
sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. Es
parte de aquella alegría que presenté,
en marzo pasado, en la Exhortación
apostólica Amoris laetitia, como conclusión de los dos años de reflexión de
la Iglesia sobre el matrimonio y la familia”.
Francisco resalta en su mensaje que “la familia es el espacio
indispensable
en el que los cónyuges, padres e hijos,
hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de
modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben
ser superados no con la fuerza, sino
con el diálogo, el respeto, la búsqueda
del bien del otro, la misericordia y el
perdón”.
El Santo Padre alienta con urgencia a detener “la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños. El Jubileo de la Misericordia, concluido el pasado mes de noviembre, nos ha invitado a mirar dentro de nuestro corazón
y a dejar que entre en él la misericordia
de Dios”.
Para concluir su mensaje, el Papa pide a María “que sea ella quien nos
guíe. «Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día
con pequeños gestos; muchos sufren
y soportan pacientemente la fatiga de
intentar edificarla»”.