Celebramos
hoy el bautismo del Señor y, sin duda, es una buena ocasión para reflexionar
sobre nuestro bautismo; más aún, para pensar en él como puerta de un itinerario
de fe que nos inicia como creyentes. El bautismo nos abre la posibilidad de
iniciarnos como cristianos.
Cuando hablamos de iniciación, estamos hablando de
la necesidad de un itinerario de fe, de un camino que recorrer para poder
alcanzar la comunión con Cristo y la incorporación viva y activa en la iglesia.
Es cierto que la iniciación cristiana está viviendo hoy un momento delicado, o
de crisis, por la sencilla razón de que la iglesia empeñando miles de personas,
de horas y de esfuerzos ve que “no engendra los hijos que debiera”. No hay una
correspondencia entre el esfuerzo y el fruto. En toda Europa se está dando una
interrupción de la transmisión de la fe. Se están perdiendo y desgastando los
cauces tradicionales de transmisión: familia, escuela, sociedad y cultura. Y
todo esto se debe, en parte, a que hay, realmente, una discrepancia entre lo
que se pide a La puerta del bautismo la iglesia con lo que la iglesia quiere
ofrecer y, también, a que estamos vi- viendo un cristianismo, a veces, meramente
sociológico.
Pero, lejos de instalarnos en la queja, tenemos que buscar caminos
y propuestas que renueven la iniciación cristiana, como pueden ser:
- Abrir foros de diálogo y reflexión sobre este tema.
- Que se vayan haciendo en todas las parroquias experiencias concretas de despertar religioso y primer anuncio con padres y niños.
- Que se incorpore la catequesis familiar, u otros itinerarios, como itinerario paralelo al actual.
- Que se simplifiquen y no convirtamos en “celebraciones privadas” las primeras comuniones.
- Que se adopte el modelo del catecumenado como inspiración para el proceso de iniciación cristiana.
- Que las parroquias abran nuevos caminos adaptados a las necesidades de las personas.
- Ofrecer una formación especializada para los catequistas.