miércoles, 31 de mayo de 2017
domingo, 28 de mayo de 2017
La palabra de ... José Arenas
Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos
Con nuestro lenguaje podemos
cambiar la realidad. Si soy un
juez y digo “culpable”, le cambio la vida a una familia entera durante
veinte años; si soy un árbitro de fútbol y digo “penalti”, “fuera de juego”
o “tarjeta roja”, soy capaz de cambiar
en un segundo el resultado del marcador del partido. Si hablo con un niño
y le digo con cariño “tú vales mucho y
podrás alcanzar lo que te propongas”,
el impacto sobre su personalidad será
muy diferente a si le digo con desprecio “eres un vago y nunca conseguirás
nada en la vida”. Como dice la Carta de
Santiago, "la lengua es algo pequeño,
pero puede mucho”, “con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella
maldecimos a los hombres, hechos a
imagen de Dios".
Piénsalo por un instante: somos el resultado de las conversaciones que
hemos mantenido con otras personas
o con nosotros mismos a lo largo de
los años, seas consciente de ello o no.
Es más: ese familiar de la infancia que
hoy recuerdas con cariño, ese maestro
que de vez en cuando traes a la memoria por la influencia que tuvo en ti,
ese amigo, ese compañero de trabajo o
ese vecino que no has podido olvidar a
pesar del tiempo transcurrido... seguramente siguen en tu corazón porque
con sus palabras, un día, te hicieron
sentir especial.
Hace poco aprendí una palabra nueva: “infoxicación”. Medios de comunicación, redes sociales o publicidad nos
transmiten mensajes constantemente,
la mayor parte de las veces inútiles,
incorrectos o parciales, hasta el punto
de generarnos agobio, parálisis y hasta desconcierto. No elegimos, sino que
nos tragamos toda esa información sin
conciencia y priorizando cantidad sobre calidad, dividiendo la atención en
varias tareas en lugar de focalizarnos
en una. Te pondré un ejemplo: imagina
que están oyendo cinco canciones a la
vez, todas al mismo volumen. ¿Serías
capaz de procesarlas, de distinguirlas o
de disfrutarlas? ¿Y si en vez de cinco
fueran cien? ¿Cómo te sentirías? Añade a esto cuántos de esos mensajes se
refieren a crímenes espantosos o a predicciones nada halagüeñas sobre el futuro inmediato. ¿Qué efecto crees que
está teniendo semejante bombardeo en
nuestra sociedad? ¿Y en ti?
Y, de repente, se escucha una voz distinta, una voz que nos habla de amor hacia nosotros mismos y hacia
nuestros semejantes, de esperanza en
que lo mejor está por llegar, de confianza en que tenemos abiertas ante
nosotros todas las posibilidades de hacer del metro cuadrado en el que nos
ha tocado vivir un lugar más pleno y
más bello. Esa voz puede ser la tuya.
No es preciso que inventes nada: basta con que te inspires en el Evangelio,
donde siempre hallarás a Jesús de parte de quienes más sufren, convertido
en el potente altavoz de los que no tiene voz.
Somos más poderosos de lo que creemos. Se da la paradoja de que esta
sociedad “infoxicada” nos permite, a la vez, posibilidades insospechadas de hacer que nuestra
voz se escuche en segundos en el mundo entero con sólo subir
un vídeo a internet, de conseguir miles de firmas para generar un cambio
significativo con sólo poner en marcha
una iniciativa que puede hacerse global de manera prácticamente instantánea o de desenmascarar las prácticas
poco éticas de una empresa con sólo
exponer nuestra opinión en el foro
adecuado.
De igual modo, acaso nos toque actuar de manera menos significativa
pero igualmente poderosa, como cada
vez que inspiras consuelo o motivación
con sólo pronunciar la palabra adecuada en el momento oportuno.
De San Francisco “el hermano Universal” he aprendido algo tan hermoso como radical: “he aprendido que
son los detalles cotidianos, los gestos
de la gente corriente, los que mantiene el mal a raya: los actos sencillos de
amor, la fraternidad, la familiaridad, la
sencillez, la naturalidad, la cercanía, la
transparencia. Lo que te propongo es
que esos actos comiencen con tus palabras, con las que dices y con las que
callas, con las que gritas y con las que
susurras, con las que, en definitiva,
construyes tu realidad y la de quienes
te rodean. Puedes escoger bendecir o
maldecir, alabar o denostar, animar o
desmotivar. Pero nunca olvides lo que
el propio Jesús dijo una vez: “de toda
palabra ociosa que hables darás cuenta
en el día del juicio” (Mt 12, 26).
domingo, 14 de mayo de 2017
Cómo ayuda la X en la Renta a la Iglesia
Miguel Ángel Jiménez Salinas es director del
Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia de la Conferencia Episcopal.
En plena Campaña de la Renta, esta vez hablamos con él.
HOJA DOMINICAL. Conocemos sobradamente los múltiples motivos
por los que marcar la X a favor de
la Iglesia... ¿Algunas razones más de
peso?
MIGUEL ÁNGEL. La labor de la
Iglesia es inmensa, abrumadora y to- dos sus quehaceres vienen recogidos
en la Memoria de Actividad; más de
2.800.000 personas atendidas en centros para mitigar la pobreza, más de
26.000 atendidas en centros de violencia o más de 160.000 inmigrantes aten- didos... las cifras hablan por sí solas,
pero no debemos olvidar que detrás de
cada X hay una historia. Detrás de ese
0,7% en nuestra declaración, hay historias de personas que recuperan su dignidad gracias a la labor de la Iglesia y
de quienes ayudan con su X a lograrlo.
M.A. ¡Sin duda!, y lo hacemos desde la raíz. Es cierto que hay muchas
más ONGs o instituciones que auxilian
a las personas pero la ayuda de la Iglesia para un creyente además supone
el amor de Dios, cómo nos mira a los
ojos. Tiene el valor de la humanidad, el
de construir un mundo mejor.
H.D. Una asignación a través de la Campaña de la Renta, Miguel Ángel,
que asciende cada año, ¿verdad?
M.A. Efectivamente, y esto es algo que nos produce enorme satisfacción
en una sociedad que a veces cree que
nuestra presencia y lo que representamos está en retroceso. Está claro que
no es así, pues la asignación anual nos
indica que en la última campaña de la
Renta han sido 55.000 personas más
las que han marcado la X a favor de la
Iglesia Católica.
H.D. Y en este punto es casi obligado informar sobre todos para aclarar y despejar dudas ¿adónde se destina el dinero recaudado?
M.A. Podría mencionaros muchos
ejemplos concretos pero prefiero des- tacar lo que no se ve. Por cierto, también aclaro que con el dinero recaudado en la Renta, la Iglesia no paga el
sueldo de los sacerdotes, quienes por
cierto no solo celebran Eucaristías sino
que realizan una importante labor de
acompañamiento a los enfermos, a las
personas mayores, una labor que es
impagable y realmente necesaria pues
brindan tiempo y esperanza a quienes
más lo necesitan.
También la Iglesia destina este dinero a conservar iglesias y templos a
los que cualquiera puede acceder, que
están abiertos a todo el mundo. Son
pequeños ejemplos de los muchos fines que en nuestra sociedad abarca la
Iglesia.
H.D. En un momento delicado en
nuestro país donde la sociedad exige
cada día más información, queremos
destacar el firme compromiso de la
Iglesia con la transparencia para que
tampoco haya duda alguna en este
sentido, ¿verdad?
M.A. Todos los años ofrecemos
información fiscal en la Memoria de
Actividad de la Conferencia Episcopal,
un importante documento que se presenta puntualmente ante el Ministerio
de Justicia y que viene avalado por
PricewaterhouseCoopers, una de las
firmas de consultoría más prestigiosas
del mundo.
La Iglesia se ha tomado muy en serio el compromiso con la transparencia y estamos avanzando mucho
en este sentido, aunque siempre habrá
quien no esté de acuerdo con nuestra
gestión, es así de sencillo, pero desde
luego nadie podrá acusarnos de no estar haciendo las cosas de la mejor manera posible.
H.D. Por cierto, una Iglesia que también paga sus impuestos.
M.A. Pagamos absolutamente todo lo que nos marca la ley y quiero remarcar que no hay condiciones especiales
para nosotros, no existen privilegios
históricos pues el régimen fiscal no
nos distingue para beneficiarnos. Sí,
habrá quien diga que la Iglesia no paga
el IBI, pero ocurre lo mismo con muchas otras fundaciones, asociaciones
o instituciones, no somos los únicos.
Tampoco hay privilegios con respecto
a otras confesiones religiosas. En clase
de Religión, por ejemplo, no poseemos
el privilegio de ser la única opción presente
en las aulas, como alguien pudiera pensar, así que no hay trato de favor
en ningún aspecto.
H.D. Por otro lado, todas las actividades que realiza la Iglesia suponen
un alto ahorro para el Estado y tienen
un importante impacto en el producto interior bruto de España. También
ésta es una realidad que debemos poner de manifiesto, ¿no es así?
M.A. Por supuesto, por eso la presencia de la Iglesia en nuestra sociedad debe ser respetada. Pensemos en
el impacto de las celebraciones y fiestas
religiosas; el gasto directo estimado de
visitantes asciende a 5.200 millones de
€. Si las elimináramos de nuestro escenario de convivencia, toda esa riqueza
dejaría de generarse. Pero pensemos
igualmente en el ámbito educativo.
Aquí la acción de la Iglesia supone en
torno a un ahorro al Estado de 2.700
millones de euros, por eso debemos se
debe valorar nuestra presencia en su
justa medida, desde el respeto y desde
la libertad.
H.D. ¿Algún aspecto más que sea importante?
M.A. Insistir en los numerosos beneficios de marcar la casilla de la Iglesia Católica cuando realicemos nuestra
declaración de la renta porque con este
simple gesto contribuimos a la consecución de un mundo mejor. Y como bien indica Cáritas en su campaña,
también se puede marcar la casilla de
fines sociales al mismo tiempo, con lo que de esta manera ayudaríamos el doble. Nos sobran los motivos para marcar las dos casillas.
lunes, 8 de mayo de 2017
domingo, 7 de mayo de 2017
La palabra de ... Mons.Ciriaco Benavente
Salir, caminar, entrar
El cuarto domingo de Pascua se conoce
como el domingo del Buen Pastor. Hoy
la imagen del Pastor se mezcla con otra también expresiva y bella: la de la Puerta.
Cuando se visita Tierra Santa no es raro ver
pastores por las colinas de Galilea. Durante el
día cuidan de sus ovejas por valles y montañas, mientras éstas pastan en las escasas hierbas que crecen entre los guijarros de las laderas.
Por la noche las recogen en empalizadas o en
cercados de pequeños muros de piedra. Ya en
tiempos de Jesús era la forma de mantener a
las ovejas defendidas frente al peligro del lobo
o de los ladrones y salteadores.
lunes, 1 de mayo de 2017
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