viernes, 18 de marzo de 2016

La palabra de... ocho seminaristas de Albacete - 19 de Marzo:Día del seminario

"Nacimos para ser valientes y llegar a ser felices"

REGUNTA. ¿Cuándo descubristeis vuestra vocación?
Juan José: La verdad es que la vocación la sentí desde muy niño, pero descubrirla como tal, como la opción que iba a tomar en mi vida fue cuando tenía 19 años y estaba haciendo mi segundo año de Historia en Alicante. El descubrir de mi vocación, como todas, fue un continuo avanzar paso a paso hasta llegar a ver de forma más o menos clara el plan de Dios para mí entre todos los que se me presentaban delante.
Alejandro: En mi camino vocacional, el pistoletazo de salida fue mi primer día como monaguillo, un día que ni mucho menos tenía pensado salir, pero por “causalidad”, allí estaba. Desde entonces, participaba activamente en la parroquia, y gracias a eso, fui en 2005 a mi primer campamento en el Sahuco, lugar que me ayudó a descubrir mi vocación y su llamada. Jesús usa todos los medios para llamarte, pero hay que abrir los oídos y el corazón para para decir: Señor, aquí estoy, dispuesto a todo.
Rubén: La vocación estuvo presente desde muy temprana edad, solo que la res- puesta ha sido tardía. Pero el tiempo siempre es favorable para ello, nunca es tarde.
Saúl: Desde pequeño he sentido ganas de entrar al seminario. Con el paso de los años se iba reafirmando esas ganas de entrar y esa pregunta de ¿por qué no podía ser sacerdote? Gracias al testimonio de los seminaristas que vienen en Semana Santa y ver su alegría me preguntaba que por qué no podía vivir yo esa alegría. Y a partir de ahí este año me he decidido a entrar y espero que esta vocación dé fruto abundante.
Martín: Tengo que decir que yo no he estado muy vinculado a la parroquia, pero tras un viaje a Roma empecé a tener más relación con los sacerdotes de mi pueblo y un día estando yo en el trabajo, tuve una conversación con el párroco a la cual no le di mucha importancia pero que al cabo de unos días empezaron a surgirme preguntas y tras un discernimiento con los sacerdotes de La Roda (hoy día sigo con ese discernimiento en el Seminario), pude dar este gran paso en mi vida. 
P. ¿Qué os aporta la vida de seminario?
Ángel: Saber que estoy donde el Señor me quiere, me aporta paz, felicidad y alegría. Además me posibilita un conocimiento de Dios desde la fe y la razón. 
Álvaro: La vida de seminario aporta a uno conocimiento de sí. Pero más que aportarme algo yo diría que me está enseñando muchas cosas. Primero a conocerme más a mí, a saber convivir, a saber relacionarme con Dios y a conocerlo más y conociéndolo amarlo más.
Alejandro: Sobre todo alegría, la alegría de ser llamado por Jesús y poder darlo a conocer a todos junto con mis compañeros.
P. ¿Qué sacerdote es el que necesita la Iglesia de hoy?
Juan Ángel: Un sacerdote dispuesto a ponerse en camino dispuesto a salir a las periferias y a entablar un diálogo fecundo con todas las personas.
Juan José: La Iglesia de hoy y de todos los tiempos necesita un único tipo de sacerdote: el del sacerdote según el corazón de Cristo. “Os daré pastores según mi corazón”. Un sacerdote así es un sacerdote cuyo corazón y cuya vida ha entregado totalmente a Dios y los demás, que no duda en tender su mano a quien necesite ayuda, se la pida o no, se la agradezca o no. Un sacerdote así es testigo y presencia del amor y de la luz de Dios en medio de un mundo ensombrecido por el mal.
Rubén: Yo creo que el sacerdote de hoy debe ser el que ha experimentado el encuentro con Dios. En él los demás deben poder ver a Dios. Todo desde el servicio.
P. ¿Qué le diríais a un joven que siente la llamada al sacerdocio?
Saúl: Que sea valiente que no tenga miedo y que se atreva a seguir a Jesucristo para así servir a los hermanos y hacer una sociedad más humana.
Juan José: Lo de siempre, el tópico que es verdad, y no porque se hace verdad por repetirlo. Que sea valiente, que se entregue del todo al seguimiento de Cristo. Dios no nos quita nada, y lo que mucha gente ve cómo pérdida Él se encarga de dárnoslo por otro lado y con creces. Es normal sentir miedo en la vida, pero si tenemos la seguridad de que esto es de Dios, de que nos acompaña en el camino, ¿qué nos impide lanzarnos hacia la felicidad? Nacimos para ser valientes y llegar a ser felices, no para vivir atemorizados y lamentándonos por lo que podríamos haber sido y no somos.
Álvaro: Si un joven sintiese hoy la llamada al sacerdocio lo primero que le diría es que rece. Después que no tenga miedo, que sea valiente pues está respondiendo a aquel que desde el principio está pensando en él. Adelante, como dijo San Juan Pablo II: “No tengáis miedo, merece la pena dar la vida por Cristo”.