jueves, 29 de marzo de 2018

Heridas que nos han curado

Salió de tu costado sangre y agua: dolor y bálsamo. Salió de tu costado amor y ternura, contagio y limpieza. Contagio para empuje y espabilo, capaz de enviarnos a salvar, limpieza para borrar todo lo violento, egoísta y sucio.

Quiero sentir la gota que me limpie y me envíe a limpiar: Quiero escurrir por mis manos la gota que purifica e impulsa. Quiero también sentirme impulsado a limpiar y ayudar.
Voluntario para dar gotas de consuelo y de alivio, voluntario para repartir las gotas difíciles de la paz, voluntario para sembrar y regar las semillas de justicia.

Voluntario para calmar con muchas y continuas gotas de amor cada rincón de cada llano y amargura, voluntario ara seguir curando cada cruz desde mi cruz, cada cruz desde tu cruz Gloriosa y sangrante.
Siempre cura la entrega generosa y desinteresada. Siempre cura una donación de tiempo y de constancia. Siempre cura la gota de agua sincera y humilde.

Muchas gotas de agua mansa y nunca violenta, muchas gotas de oración callada y de testimonio que clama, muchas gotas de una fe más presente y comprometida.
Tus heridas, Señor, nos han curado, pueden curarnos. Tus heridas Señor, siguen sangrando pavorosamente gritando. Tus heridas Señor, iluminan el sinsentido de la guerra absurda.

Tu agua nos limpie de cegueras. Tu agua nos cambie en hermanos. Tu agua y tu sangre nos envíe como voluntarios. Voluntarios de tu mismo amor generosa, roto y entregado.

Juan Miguel Romero