domingo, 26 de noviembre de 2017

La palabra de ...

Necesitamos volver al primer anuncio
José Antonio Cano
 
Estamos viviendo, en este momento, una hora de gracia y también de responsabilidad. La llamada a la Nueva Evangelización es ante todo una llamada a la conversión. Hoy más que nunca, en nuestra tarea evangelizadora, necesitamos volver al kerigma, al primer anuncio: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte”. Cuando a este primer anuncio se le llama “primero” eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos. Así nos lo recordaba el papa Francisco en el número 164 de su Exhortación “Evangelii Gaudium”.
 Lo decisivo del kerigma es la acción, la proclamación. Por la proclamación del hecho viene actualmente el reino de Dios, se hace real el Evangelio, Jesucristo se hace presente, la Palabra de Dios se pronuncia y actúa. Así, podemos decir que el kerigma es una manera de decir, con convicción, con decisión, con seguridad un anuncio de gran valor: el gran amor de Dios. Y precisamente, por anunciar la salvación, esta proclamación interpela a la aceptación de la misma, es decir, a la conversión. Busca interpelar e inquietar hasta lograr que algo ocurra en quien la escucha, y ese algo, como decíamos anteriormente, es la conversión.
El kerigma es el servicio principal que debe realizar la Iglesia. La evangelización debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios.
En su Discurso Inaugural para la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Santo Domingo, en 1992, el papa San Juan Pablo II fijó una idea motriz que impulsa la necesidad de acometer con valentía y creatividad una evangelización nueva, no convencional, no rutinaria, que permitiera que el mensaje de Jesucristo llegara a las personas y sectores que no están siendo suficiente y eficazmente considerados. Necesitamos una Nueva Evangelización, nueva en sus métodos, nueva en su ardor y nueva en su expresión.
Hablar de nuevo ardor es hablar del fuego del Espíritu Santo que enciende en nosotros el deseo de inundarlo todo con la presencia del resucitado. De igual manera que habrá que buscar los métodos adecuados que respondan a las características del hombre de hoy, abandonando aquellos métodos y expresiones que quizás en otro tiempo sirvieron pero que hoy ya no contribuyen a hacer discípulos.
Si se trata de realizar el anuncio central de la salvación habrá que cuidar a los agentes de este anuncio. El evangelizador ha de tener ciertas actitudes que ayuden a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena. (EG, 165)
Desde aquí animamos a todos a dejarse transformar interiormente y llevar a cabo con generosidad, audacia, valentía y creatividad la con- versión pastoral necesaria para que el Evangelio llegue al hombre de hoy.